Página web del D’A Film Festival Barcelona (25 abril-5 mayo)

ELS DIES QUE VINDRAN. Carlos Marqués-Marcet. 94 minutos. España (2019). Con David Verdaguer, Maria Rodríguez Soto. Clausura

Entre el experimento verité, el docudrama intimista y la meditación sobre lo cinematográfico, Els dies que vindran (Los días que vendrán) perfila una consolidación de la personalidad autoral de Carlos Marqués-Marcet, al tiempo que apunta un paso adelante en la trayectoria del cineasta barcelonés, después de 10000 km y Tierra firme. Prosigue la exploración de la esfera íntima y afectiva de sus personajes: un universo de interrogantes personales y testimonios generacionales que revelan procesos de maduración, como cuando un “¿tú me ves teniendo un bebé? Si soy un fraude de persona” se convierte en un “no me imaginaba que discutiríamos sobre esto” (siendo el “esto” la elección entre una escuela pública o una concertada para el futuro niño). Un trabajo de corte naturalista que encuentra su singularidad gracias al modo en que la película deviene la crónica ficcionada del embarazo real de su pareja protagonista, formada por David Verdaguer (actor-fetiche de Marqués-Marcet) y Maria Rodríguez Soto. Una odisea vivencial puntuada tanto por los cambios físicos de la futura madre como por un diálogo cara a cara con los fantasmas del pasado, presente y futuro de la pareja. Invocando el método de Richard Linklater y la capacidad de Yasujirō Ozu para convertir lo cotidiano en transcendental, Els dies que vindran aparece engalanada por un regalo caído del cielo: una vieja grabación casera del embarazo de los padres de la protagonista, una compuerta abierta a la leyenda del tiempo. Manu Yáñez

LETTERS TO PAUL MORRISSEY. Armand Rovira. 80 minutos. España. Con Joe Dallessandro, Xavi Sáez, María Fajula, Almar G. Sato, Saida Benzal. Sección Un Impulso Colectivo

Letters to Paul Morrissey se articula a través de cinco episodios en los que Armand Rovira homenajea, en clave vídeo-epistolar, al director de títulos como Trash y Heat, célebre colaborador de Andy Warhol. De lo que se trata aquí es de dialogar de forma figurada. De mandar mensajes (sin esperar respuesta) a través de la réplica de aquellas sacudidas made in Velvet Underground. Sin interés por establecer vías de comunicación con los no-iniciados, Rovira reproduce la locura y genialidad de aquellos 16mm nacidos para revolucionar la experiencia cinematográfica. La multi-pantalla obliga al espectador a elegir… del mismo modo que un hombre, Udo Strauss, decide abandonar la decadencia consumista de su Berlín natal para abrazar la espiritualidad del Valle de los Caídos. La provocación pervive, como pervive la atracción experimental que sólo puede despertar el consumo de ciertas sustancias prohibidas. En su capítulo más inspirado, Rovira imagina la decadencia de una de las Chelsea Girls, obligada a contratar los servicios de una agencia que promete amor a cambio de una módica cuota de alquiler. Ahí Letters to Paul Morrissey dialoga con otros autores: Billy Wilder y su crepúsculo de los dioses, pero también John Cassavetes, Chris Marker o Shinya Tsukamoto. En esta comunicación entre maestros, en estas carambolas temporales y geográficas, Rovira recobra la esperanza en la palabra (sin duda bien transmitida) de Morrissey. Víctor Esquirol

LOVE ME NOT. Lluís Miñarro. 82 minutos. España, México (2019). Con Ingrid García Jonsson, Francesc Orella, Lola Dueñas, Oliver Laxe. Sesión Especial

Love Me Not, la subversiva nueva película de Lluís Miñarro, propone una brecha abismal en el corazón de la ortodoxia. Resquebrajando las categorías sexuales, genéricas y dramáticas, transitando entre el cine de la palabra, el arrebato surrealista y la delirante parábola política, lo nuevo del director de Stella Cadente se atreve a trasladar el relato bíblico de Salomé, y su relectura a manos de Oscar Wilde, hasta una variante alucinada del desierto de Irak (que podría ser un escenario de Buñuel o Pasolini), donde las aberraciones cometidas en Abu Ghraib por los soldados estadounidenses son desarticuladas por un vendaval de sensualidad, absurdidad y kitsch. En su provocadora conjunción de iconografías atroces –militaristas, fundamentalistas, desquiciadas– y gestos liberadores –sexuales, humorísticos, conciliadores–, Miñarro invoca los males más inquietantes del mundo actual para someterlos a un tratamiento de shock afianzado en el dandismo. En Love Me Not, Ingrid García-Jonsson es una Salomé andrógina, Oliver Laxe un Yokanaan místico, y Frances Orella y Lola Dueñas unas versiones esperpénticas de Antipas y Herodías. Un cóctel molotov de deseo y poder que Miñarro convierte en su particular circo de la carne y la sangre, un espectáculo sublevado que bebe del cine norteamericano (el melodrama de Douglas Sirk) para lanzarse, en plan kamikaze, por las pendientes verticales de la modernidad. Manu Yáñez

HAMADA. Eloy Domínguez Serén. 89 minutos. Suecia, Alemania, Noruega (2018). Con Sidahmed Salec Labeid, Ainina Sihamed Mohamed, Zaara Mohamed Saleh, Taher Mulay Zain. Sección Un Impulso Colectivo

Curioso el caso de Eloy Domínguez Serén, un director gallego radicado en Suecia que suele filmar en los lugares más disímiles. De la nieve en No Cow on the Ice al desierto africano en esta multipremiada película (en Gijón, Cinéma du Réel, etc.) sobre la durísima existencia de los saharaui, un pueblo postergado (y reprimido) de Sahara Occidental. Entre la ocupación marroquí y los campamentos de refugiados de la ONU en la frontera de Argelia, esta comunidad lucha contra la pobreza y por su independencia. Sin dejar de exponer esa crítica e injusta situación, Domínguez Serén se aleja por completo del relato paternalista y la pornomiseria para ofrecer un retrato lleno de humanismo y nobleza a partir de las historias de vida de los veinteañeros Sidahmed, Zaara y Taher. Algunos sueñan con radicarse en España (la región fue hasta 1975 colonia española y miles de sahararuis se han instalado en la península ibérica) y otros, simplemente con tener un auto propio. La película tiene varios momentos de humor involuntario (hilarantes las clase de manejo de Zaara o el momento en que se les corta la luz cuando están viendo un partido de fútbol en TV) que el director aprovecha no para burlarse sino para mostrar las distintas facetas y dimensiones de la vida cotidiana. Una existencia que, si no fuera por el uso de teléfonos celulares, bien podría ser de hace 30 o 40 años por la precariedad de las condiciones de vida de este pueblo olvidado que Domínguez Serén reivindica con las mejores armas del cine: el poder de las imágenes y unos personajes encantadores. Diego Batlle

LA ESTRELLA ERRANTE. Alberto Gracia. 67 minutos. España (2018). Con Nacho Alonso, Rober Perdut. Sección Un Impulso Colectivo.

¿Cómo no sentir fascinación por una película que comienza con un rockero que canta “dame tu cuerpo, me meteré dentro de ti”? En las mismas imágenes de archivo, cargadas de halo ochentero, el grupo Los Fiambres celebra, entre la euforia y el atisbo temprano de la decadencia, la posibilidad de vivir para siempre, “muertos de por vida”. Una letra que anticipa el deambular fantasmagórico de los personajes de La estrella errante por un mundo sumido en un crepúsculo económico y cultural. Lo que propone Alberto Gracia en su nuevo Objeto Fílmico No Identificado (después de El quinto evangelio de Gaspar Hauser) es un viaje conceptual y alucinado por un mundo a la deriva, habitado por hombres paralizados frente a televisores y por una estrella de rock, Rober Perdut, que persigue imágenes esquivas. He aquí una película que nos lleva por escenarios ruinosos que parecen extraídos del cine de Pedro Costa, por enigmáticas estampas urbanas que remiten al universo de Apichatpong Weerasethakul, o por un desfile de revenants afín a las películas de George A. Romero –padre del cine de zombis, a quién está dedicada La estrella errante–. Invocando el espíritu del punk desde una declinación heterodoxa del cine fantástico –ojo a los personajes que se esfuman como en un eclipse lynchiano–, Gracia abre un abismo dialéctico entre lo viejo y lo nuevo, entre el cuerpo malogrado del rocker y las inocentes figuras de unos niños que se abocan al juego con toda su inocencia. Nihilismo y humanismo confrontados por un corte de montaje. Manu Yáñez

<3. María Antón Cabot. 62 minutos. España. Con Clementina Gades. Sección Un Impulso Colectivo

Un documental no siempre enclaustrado en los límites de la no-ficción, <3 se propone plasmar todas las formas (y formatos) en los que se manifiesta el amor en los tiempos de Tinder. María Antón Cabot deambula por el Retiro madrileño y el observador/espectador se presta a ser observado. El amor ya tiene esto. La piel renuncia así a sus propiedades impermeables, y se potencian así los efectos transmisores del contacto humano. Tanto en sus tramos más formularios (construidos a base de entrevistas delante de la cámara, en las que la directora luce un muy reivindicable gusto por hacer hablar) como en sus momentos de escape filo-onírico, <3 se muestra siempre como un objeto cinematográfico que se siente a gusto en las distancias cortas. En la cercanía. Juventud desde la juventud. Conocimiento de causa por derecho natural. Confianza ilimitada a la hora de lanzarse a explorar y experimentar con esa misma fuerza incontrolable. Teddy Williams, para hacernos a la idea, anda por esos mismos parques. Al final, el círculo se cierra con una última mirada al espejo que, sorpresa, no devuelve el reflejo esperado. Narcisismo y fijación por el otro en un solo gesto: es la relación (de amor, claro) que mantenemos con esa entidad (la cámara, la pantalla) que todo lo capta… que todo lo deforma. Víctor Esquirol

LOS QUE DESEAN. Elena López Riera. 24 minutos. Suiza, España (2018). Sección Un Impulso Colectivo (Cortometrajes)

En Los que desean, Elena López Riera reincide en las constantes que han hecho de su obra un embriagador ejercicio de vocación poética, una vía permanente de instigación del misterio. Como ocurría en Pueblo y Las vísceras –su mejor cortometraje hasta la fecha–, la pulsión que guía la mirada de la cineasta alicantina en Los que desean sigue siendo una fascinación por lo ritual que trasciende todo moralismo, un interés por lo atávico que se despliega aquí en la exploración del universo de la colombicultura. Perfilando, a través de un primoroso ejercicio de montaje, un día de competición aviar –del amanecer al atardecer–, López Riera disecciona las costumbres y corrientes afectivas que circulan en torno a un deporte que mide “el celo y la constancia en los métodos de seducción del macho”. Atendiendo por igual a la belleza multicolor de los palomos pintados (llamados Drácula, Mar de Plástico, Ferrari, Naranja Mecánica o Estoy en Paro) y a los rostros embelesados de sus propietarios (el Chino, Jaime, Brian, Antonio, el Metralleta…), la cineasta compone un sensual trabajo sobre la fascinación, la espera y el deseo; un deseo perfectamente codificado por las reglas de la competición; unas reglas pensadas para alimentar y contener el deseo. Círculos conceptuales que afianzan la obra de López Riera, miembro del colectivo lacasinegra, en las coordenadas de un cine de lo real alérgico al academicismo y a lo didáctico. Manu Yáñez

OJOS NEGROS. Marta Lallana, Ivet Castelo (con la colaboración de Iván Alarcón y Sandra García). 65 minutos. España, (2019). Con Alba Alcaine, Julia Lallana, Anna Sabaté. Sección Talents

El primer largometraje de Marta Lallana e Ivet Castelo –una obra veraniega de protagonistas adolescentes– resulta familiar tanto en forma como en contenido. Es imposible no citar referentes como el de Verano 1993, de Carla Simón, por su temática, poética visual y tempo; o hacer mención de un plano final que casi recrea Los 400 golpes de Truffaut. Gestos cargados de memoria cinéfila que podrían llevar a entender esta ópera prima como una suma de recursos propios del cine autoral surgido de la factoría Pompeu Fabra. Sin embargo, hay una sinceridad en la propuesta que compensa el uso de cualquier préstamo. La historia de Paula, una adolescente desubicada que pasa por primera vez el verano en el pueblo de su madre, se compone de incomodidades, impertinencias y pudor. El tema de la pérdida impregna toda la cinta, ya que de manera metafórica o literal los acontecimientos obligan a Paula a crecer y madurar sentimentalmente. Cada interacción de la protagonista con el resto de personajes aporta una tonalidad distinta. El vínculo con la abuela resulta de una ternura dolorosa, capaz de reflejar esa impotencia comunicativa que a veces se produce entre generaciones. El papel de su tía, quien sacrifica su vida por el cuidado de la abuela, señala una situación raramente representada en el cine (Meritxell Colell la abordó en Con el viento). Por último, la complicidad con Alicia, su única y mejor amiga, es oscura a la vez que luminosa. Su media sonrisa contiene el carácter travieso y provocador de las malas influencias, pero también de aquellas amistades intensas y sinceras, forjadas en los veranos más solitarios y tristes que idealizamos con el paso de los años. Laura Carneros

ANCORA LUCCIOLE. María Elorza. 14 minutos. España (2018). Sección Un Impulso Colectivo (Cortometrajes)

Ancora Lucciole de Maria Elorza apela al texto El artículo de las luciérnagas, escrito por Pier Paolo Pasolini en 1975, para componer un viaje lumínico por un presente en descomposición. En su encendido artículo para el Corriere Della Sera, Pasolini analizaba la historia de los fascismos y denunciaba un vacío de “poder” (en un sentido más moral que autoritario) que estaba condenando a la sociedad italiana a una suerte de debacle neocapitalista. Por su parte, Elorza toma la vertiente histórica del texto de Pasolini y busca transcribirla en términos vivenciales y cinematográficos. Así, por un lado, la directora filma a su abuela y a una niña, que encarnan la conciencia y la inconsciencia del tiempo, respectivamente: mientras la abuela detesta a Trump y opina que “el mundo se acabará por la insensatez del hombre”, la niña juega alegremente con una luciérnaga metida en una jarra de vidrio. Aunque el mejor hallazgo de la película consiste en “cazar” a espectadores que consultan sus teléfonos móviles, sin disimulo alguno, durante proyecciones cinematográficas. Luces irrespetuosas, luces inconscientes y ofensivas a las que Elorza responde con una imágenes de corte vanguardista: celuloide pintado o manipulado. Para cerrar el círculo, estas últimas imágenes experimentales y sublevadas, ajenas a los códigos del mercado, albergan otro diálogo histórico, entre un pasado que todavía palpita en su textura original, y un futuro que se manifiesta en la materia pixelada que emerge de su proceso de digitalización. Elegíaca e insubordinada, Ancora Lucciole busca, en los entresijos de un mundo en transformación, atisbos de belleza que nos permitan pensar en un futuro posible. Manu Yáñez

/IT’S ALL RIGHT HERE. Teresa Sendagorta. 18 minutos. España (2018). Sección Un Impulso Colectivo (Cortometrajes) 

Concebido por la bilbaína Teresa Sendagorta como un cortocircuito entre el experimento estructuralista y la actualización poética del “efecto Kuleshov” (técnica consistente en la creación de diferentes significados a partir del reordenamiento de unas mismas imágenes), /It’s All Right Here toma unas hipnóticas imágenes de Groenlandia filmada en formato Super 8 en 1986 y las enfrenta a unas narraciones en off recitadas por voces femeninas totalmente desdramatizadas, casi robóticas. Tras el shock inicial y el desconcierto posterior, el espectador va poco a poco entreviendo las posibilidades del juego: a cada nueva iteración de las imágenes, en órdenes diferentes, las diminutas presencias humanas que deambulan por el paisaje van adquiriendo más entidad, mientras las voces femeninas van generando un amasijo de posibles significados en los que palpita un relato imposible sobre el conflictivo mundo de la pareja (las narraciones están construidas a partir de la mezcla de palabras encontradas en más de 2000 novelas románticas norteamericanas). Así, ensayando una fabricación compulsiva de “momentos Chris Marker” –apuntando micro-fábulas, sugiriendo significados a través de la interrupción, sopesando en serie el valor que pueden tener 5 minutos o 30 años– /It Is All Right Here deviene un objeto fílmico a ratos fascinante, a ratos irritante y siempre estimulante. Manu Yáñez

GRBAVICA. Manel Raga. 19 minutos. Bosnia Herzegovina, Portugal, España (2018). Sección Un Impulso Colectivo (Cortometrajes)

Con la confianza y atrevimiento de quien detenta una sólida mirada artística, Manel Raga toma el relato Un fraticidio de Franz Kafka –la crónica moral de los prolegómenos y la ejecución de un crimen– y lo convierte en una meditación sobre la memoria del horror, la de un individuo y la de toda una nación marcada por el recuerdo de la guerra. El título del cortometraje, Grbavica, hace referencia a uno de los barrios de Sarajevo ocupados por las fuerzas serbias durante la Guerra de Bosnia. En ese territorio sombrío, oscurecido por la cámara del cineasta de Ulldecona, se miran a los ojos pasado y presente, inocencia y corrupción, la serenidad de unos sinuosos movimientos de cámara y la violencia que lo recubre todo desde el fuera de campo. Un denso ejercicio cinematográfico, a medio camino entre lo narrativo y lo conceptual, en el que reverbera la influencia del “mentor” de la película, Béla Tarr, así como la de Andréi Tarkovski o Ingmar Bergman –dos directores a los que les gustaba desdoblar el espacio escénico en diversas esferas temporales–, sin olvidar a Luis Buñuel, cuya memoria se encarna en la resonante y siniestra imagen de una mano recorrida por un insecto. Manu Yáñez