NO TODO ES VIGILIA. Hermes Paralluelo. 98 min. España (2014). Con Felisa Lou, Antonio Paralluelo.

En el marco del cine contemporáneo, no resulta fácil encontrar una película que se aproxime de forma sensible al universo de la vejez sin caer en las trampas del paternalismo y el sentimentalismo. No todo es vigilia –segunda película de Hermes Paralluelo, después de Yatasto– lo consigue aunando el rigor de una cámara que observa sin entrometerse y el genuino compromiso de un cineasta implicado afectivamente con la realidad retratada (no es para menos, tratándose de la vida de sus propios abuelos). Construida sobre la frontera entre el documento y la ficción, compuesta mayormente en plano fijo y sin adornos sonoros, la película abandona puntualmente su austeridad formal para elevarse en elegantes travellings y en un emotivo momento musical que parece salido del cine de Terence Davies.

En su tierno y desnudo acercamiento a una pareja de ancianos que ve cómo se tambalea su mundo privado, su independencia, No todo es vigilia se sitúa más cerca del estoicismo de Cuentos de Tokio (1953) de Yasujirō Ozu o de Make Way for Tomorrow (1927) de Leo McCarey que del fatalismo de Amor (2012) de Michael Haneke. La película tiene la virtud de mantenerse fiel al parsimonioso ritmo vital de sus protagonistas y consigue materializar en sus imágenes algo misterioso y fascinante: la lucha de una pareja que parece atrapada mentalmente en otro tiempo y que debe lidiar con la dramática realidad física que les impone su presente. Manu Yáñez

LITTLE DIETER NEED TO FLY. Werner Herzog. 80 min. Alemania (1997). Con Dieter Dengler, Eugene Deatrick.

Dentro de los dos ciclos paralelos que presenta esta nueva edición de Documenta Madrid, llama la atención el titulado “Doble mirada”, que plantea un estudio de las diferentes maneras de abordar un mismo tema planteadas desde el documental y la ficción. Más allá de que esa distinción sea, en algunos casos, un poco forzada –ni el documental ni la ficción se conciben a sí mismos por oposición, sino que en muchas ocasiones, las propias películas trabajan sobre los límites o no límites de las convenciones formales–, el ciclo es una muy buena oportunidad para recuperar películas como esta de Werner Herzog, que hace pareja con otra del propio director alemán: Rescue Dawn, realizada en 2006, muchos años después sobre el mismo material. De todas las parejas planteadas, esta quizás sea la más sugerente, al tratarse de dos miradas distintas sobre el mismo tema pero realizadas por un mismo cineasta, y siendo además un cineasta para el que la práctica documental no se diferencia demasiado de la ficción –es famosa su frase, que el propio Documenta Madrid estampó hace años en unas camisetas, en la que afirma: “Con gusto iría al mismísimo fondo de la mentira con el objetivo de exponer una más intensa forma de verdad”–. Sea como sea, Little Dieter Needs to Fly entronca de forma excepcional con el corazón del cine de Herzog: historias fantásticas (por extraordinarias, pero también por casi imposibles, por rozar de alguna forma la fantasía, la ficción), personajes extraordinarios, y una exploración de lo humano como una forma inverosímil de lo natural. Gonzalo de Pedro Amatria

LookOfSilence

THE LOOK OF SILENCE. Joshua Oppenheimer. 99 min. Dinamarca (2014).

Mientras la estremecedora The Act of Killing funcionaba como un terrorífico autorretrato del mal –centrado en los verdugos del genocidio anticomunista acontecido en Indonesia a mediados de los 60–, la no menos impactante The Look of Silence, el nuevo trabajo de Joshua Oppenheimer, funciona como su contraplano: la representación del impensable dolor sufrido por las víctimas de aquella barbarie. El protagonista de The Look of Silence es el hermano de un ajusticiado por la dictadura de Suharto que busca a los responsables de aquel crimen, verdugos a los que Oppenheimer había conocido y entrevistado durante la producción de The Act of Killing. Estamos ante el escalofriante testimonio del coraje de un hombre (y a su lado un cineasta) decidido a conocer una verdad incómoda.

The Look of Silence acerca todavía más a Oppenheimer a los referentes que poblaban el imaginario de The Act of Killing. El tenaz peregrinaje de un hombre en busca de la verdad remite al gran documental de Kazuo Hara The Emperor’s Naked Army Marches On, mientras que los cara a cara entre víctima y verdugos apuntan a la seminal S21: La máquina de matar de los jemeres rojos de Rithy Panh. Por no hablar del referente totémico que es Shoah de Claude Lanzmann, con su obstinada indagación en las sombras de la abyección histórica. Oppenheimer maneja estas herencias renunciando al purismo, sin miedo a herir sensibilidades. En ciertos momentos, hallamos atisbos de un desconcertante preciosismo. En otro pasaje, Oppenheimer muestra al padre del protagonista –un anciano centenario que se está quedando ciego– perdido y aterrado dentro de su propia casa… hasta ahí está dispuesto a llegar el cineasta para cerrar su parábola sobre el extravío de una sociedad golpeada por la desmemoria. Manu Yáñez

MALPARTIDA FLUXUS VILLAGE. María Pérez. 73 min. España (2015).

La etnografía experimental aplicada al entorno más cercano, la mirada del extranjero sobre lo más local y autóctono. En su primer largometraje, la extremeña María Pérez se enfrenta al retrato de su pueblo natal, Malpartida, como si fuera una etnógrafa caída de otro continente interesada por las costumbres locales. Costumbres enfrentadas a su vez a un elemento que las perturba y las pone en duda: la instalación en el pequeño pueblo, en los años 70, de un museo de arte fluxus, a cargo del artista Wolf Vostell. La recuperación de una gran cantidad de material de archivo de la época sirve a la realizadora para trazar una historia de la irrupción cuasi-surrealista de esos artistas de vanguardia en un entorno rural de la España más perdida y aún anclada en el tiempo. La intención de la realizadora no es, sin embargo, el del retrato tradicional e histórico, sino que presta atención a los choques culturales y sociales, a la sacudida que produjo el museo en el pueblo hace cuarenta años, y en cómo esas sacudidas siguen replicando en la base del pueblo. El resultado es una película delirante que pone en duda la propia noción de retrato etnográfico, así como de alta y baja cultura, mostrando en su lugar la puesta en escena de una intervención artística constante en la que los protagonistas, voluntarios o no, son los propios habitantes del pueblo. Gonzalo de Pedro Amatria

game-over

GAME OVER. Alba Sotorra. 74 min. España (2015)

Primer largometraje de esta cineasta catalana, ayudada en el guión (documental) por Isa Campo, colaboradora habitual de Isaki Lacuesta. La película retrata a un singular personaje, un antiguo soldado español destinado en Afganistán, que tras su regreso a España vive a caballo entre los recuerdos, los sueños, la imagen que proyecta hacia el mundo y una realidad que se le despedaza por momentos entre las manos. En la estela de las producciones catalanas nacidas a principios de siglo bajo el manto del master de la Universidad Pompeu Fabra, pero con una conciencia más contemporánea del trabajo con las imágenes, Game Over propone una reflexión sobre las capas de lo real, sobre las máscaras de la identidad, retratando a un personaje en un momento de cambio vital al que ya ni tan siquiera las máscaras digitales, versiones mejoradas de sí mismo, puestas en escena (quién sabe si para la película, o para su propio consumo) le sirven ya para escapar de una realidad que le supera. La película puede ser discutible en el retrato que hace de la novia del protagonista, reducida a una mera acompañante, casi una muñeca, un complemento más de un hombre obsesionado por las apariencias, un retrato que resulta todavía más chocante en el caso de una cineasta al mando, pero aun así es un fascinante retrato en el que se mezclan lo personal y lo histórico con tremenda habilidad y sabiduría. Gonzalo de Pedro Amatria

LA CASA DEL MEU PARE. Francina Verdés. 60 min. España (2014).

Cuarta película nacida del Proyecto X Films del Festival Punto de Vista, y realizada bajo las mismas condiciones que las anteriores: un cineasta invitado por el festival ha de presentar un proyecto a rodar en Navarra de forma autónoma y con un equipo mínimo, para trabajar de alguna forma sobre la idea de viaje, diario, contraste y exploración. Tras los trabajos de Chus Domínguez, WeareQQ y Jorge Tur, la vencedora de la cuarta edición resultó ser la catalana Francina Verdés, que, atormentada por una herencia familiar que rompió la relación con sus hermanos, se propone viajar a Navarra y conocer cómo se resuelven allí los problemas de herencia y esa norma que sigue vigente en Cataluña de entregar todo a un heredero único y varón.

Partiendo de que todo viaje físico implica un viaje emocional, mental, y emocional, Francina Verdés se enfrenta a un paisaje ajeno y desconocido sobre el que proyecta constantemente sus propias obsesiones, sus intereses, su propia historia y sus límites a la hora de lidiar con unas tradiciones que no reconoce ni entiende: las suyas propias. Como muchos de los documentales contemporáneos, La casa del meu pare es también una exploración de los propios límites del cine y de los cineastas para explicar y entender una realidad inabordable. Gonzalo de Pedro Amatria

LA FIESTA DE OTROS. Ana Serret. 73 min. España (2014)

Resulta llamativo que el estreno de esta excepcional película tenga lugar en la sección “Panorama”, fuera de competición, del festival DocumentaMadrid, cuando el primer largometraje de Ana Serret podría haber sido presentado en un lugar con mucha más visibilidad, como la propia sección oficial del festival madrileño. Misterios insondables de la programación y la exhibición en festivales. Sea como sea, ningún espectador interesado en la producción documental nacional, o mejor dicho, en la investigación formal de aquello que llamábamos cine documental, debería dejar pasar la oportunidad de ver esta película que es mucho más que lo que apunta su escueta sinopsis: tomando como punto de partida el retrato de aquellos que trabajan para que otros se diviertan, los músicos que giran por los pueblos españoles de verbena en verbena, la propuesta de Serret no es solo una investigación sobre el trabajo y los trabajadores, en un momento en que la conciencia social, y el propio acto de trabajar, está en entredicho, desprestigiado y minusvalorado, sino sobre todo una exploración sensorial, emocional, melancólica y social de la potencia del sonido. Pues es justamente el sonido el gran protagonista, por presencia y ausencia, en cámara o fuera de ella, de una película que poco a poco teje un manto con retazos de intimidad, retratos de carreteras, trabajadores y aquellos que se divierten gracias a ellos. Gonzalo de Pedro Amatria