Película testamento del cineasta brasileño, y probablemente, la más radical, la más fascinante (de entre todas las suyas, fascinantes todas), y en la que trabajó de forma más (auto)biográfica, componiendo al mismo tiempo un retrato del país entero y de sí mismo. Basándose en un poema de Antônio Castro Alves, Rocha trabajó una anti-sintonía cinematográfica que pudiera al mismo tiempo alumbrar la revolución, que para él era al mismo tiempo política, cinematográfica y social. “¿Hay una síntesis dialéctica entre el capitalismo y el socialismo?”, se pregunta en la película. “Estoy seguro. Y el Tercer Mundo verá el nacimiento de la nueva y verdadera democracia, una democracia que no es socialista, no es comunista, no capitalista. La democracia es el desreinado del pueblo. Sabemos que morimos de hambre en el Tercer Mundo, sabemos de los niños, los pobres, los abandonados, viejos, locos, hambrientos. Tanta miseria, tanta desgracia. Se necesita una revolución económica”.

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