David San Juan Bayón

Ha sido el representante de Martin Landau quien hoy ha anunciado su muerte tras “complicaciones provocadas por un ataque al corazón” y un breve internamiento en el centro médico de la Universidad de California. Nos deja así una figura imborrable del imaginario tanto catódico como cinéfilo. Landau nació en Brooklyn (Nueva York) el 20 de junio de 1928. A los 17 años comenzó de dibujante y caricaturista en el diario New York Daily Times, pero influido por Charles Chaplin decidió que quería dedicarse a la interpretación. Durante un tiempo se gana la vida en pequeños teatros, teniendo su debut en Broadway con la obra Middle of the Night en 1955. Ese año decide presentarse a las pruebas del mítico Actor’s Studio, y entre todas las solicitudes solo son admitidos él y Steve McQueen. Allí compartió lecciones y desvelos con una leyenda como James Dean. En la sucursal de la escuela en Los Ángeles sería él mismo quien instruiría a actores de la talla de Anjelica Huston o Jack Nicholson.

Su salto al cine se produjo de la mano de Alfred Hitchcock, interpretando a uno de los villanos en Con la muerte en los talones (1959), teniendo Landau entonces 31 años. Repetiría en la gran pantalla con papeles como el de Caifás en La historia más grande jamás contada y el de Rufio en la Cleopatra de Joseph L. Mankiewicz. Pero donde Landau se prodigó más y alcanzó su fama fue través de las series televisivas. Tras rechazar encarnar al Dr. Spock en Star Trek, acabó asumiendo un papel protagonista en Misión Imposible, el del maestro del disfraz Rollin Hand. Apareció en multitud de producciones catódicas, como Bonanza, Colombo, La dimensión desconocida, Alfred Hitchcock Presenta, El agente de CIPOL, Sin rastro o El séquito, aunque cabe destacar su papel en la serie de culto Space 1999, donde trabajó al lado de su pareja Barbara Bain.

Tras una etapa algo vacilante en lo profesional, su carrera cinematográfica daría el salto a finales de la década de los 80 con sendas nominaciones de la Academia de Hollywood por su trabajo en Tucker, un hombre y su sueño de F. Ford Coppola y Delitos y Faltas de Woody Allen. Conseguiría en 1995 el Oscar por su inolvidable recreación del mítico Bela Lugosi en Ed Wood, la cual se sumaba a muchos otros galardones, como tres globos de oro o cinco nominaciones a los Emmy. En el biopic de Tim Burton, Landau encarna a un Lugosi tan crepuscular como emotivo, en cuya impaciencia por volver a trabajar el propio Landau afirmaba reconocerse. Volvería a colaborar con Burton en Sleepy Hollow y en la cinta de animación Frankenweenie, dando voz a un Mad Doctor trasunto de otro clásico del terror como fue Vincent Price.