El director de la torrencial Supersalidos prosiguió su lustroso camino por el cine americano con este entrañable viaje en el tiempo a 1987. En concreto, hasta un deslucido parque de atracciones de la deprimida Pittsburg, donde un grupo de chavales de clase media cumple con el farragoso ritual del ‘curro de verano’. Sacando el mejor partido de los esquemas de la comedia juvenil, Adventureland utiliza el retrato coral (plagado de clichés delicadamente humanizados) para formular una radiografía social, cultural y anímica del periodo. Y es que Adventureland es también una película que perfila la juventud como un territorio de epifanías sentimentales e ideológicas, vehiculadas a través del agridulce enamoramiento que viven el romántico James (Jesse Eisenberg) y la atribulada Em (Kirsten Stewart), dos supervivientes de la ola de resignación que amenaza su mundo. Los diálogos entrecortados reflejan el temblor existencial de los personajes; el detallismo iconográfico de los escenarios aviva el retrato generacional; y la ecléctica selección musical convierte la película en un nostálgico revival sonoro de los ochenta con mucha resaca setentera. MY

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