En su nuevo film, Carolina Astudillo teje una red ensayística a partir de las palabras de Frida Kahlo, Susan Sontag, Sylvia Plath, Alejandra Pizarnik o Anne Sexton. Voces que se suman a la de Ainhoa y otras mujeres que aún están por caer. Pero, ¿quién es Ainhoa? O, ¿quién niega ser Ainhoa? No seré yo quien conteste a la pregunta que lanzan los ojos desafiantes de una joven fotografiada en los años 80. De eso se encarga Astudillo, quien hace uso de la voz en off para ejercer de narradora. Y esta es la primera sorpresa. La directora inicia una conversación unidireccional y audiovisual con todo aquello que habla de su protagonista: grabaciones, diarios, fotografías y testimonios de quien la conoció. ¿Y cómo se cruza con ella? El hermano de Ainhoa, amigo de Carolina, es quien pone todo el material en manos de la documentalista. Al comienzo de la película Astudillo propone un paralelismo entre Ainhoa y ella, para más tarde abrir el encuadre y dar cabida a otras experiencias de artistas universales. Así, partiendo de los escritos íntimos de Ainhoa, Carolina anuda historias de mujeres que no se conocieron, pero que atravesaron situaciones similares relacionadas con la menstruación, el aborto, la insatisfacción sexual, la maternidad, la depresión o la idea del suicidio. El hecho de que estos temas estén intrínsecamente relacionados con la feminidad los ha convertido en tabú a lo largo de los siglos. De ahí que la directora no solo busque dar visibilidad a la experiencia de Ainhoa, sino transmitir que no es un caso aislado. Laura Carneros

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