Carlota Moseguí

El único defecto que podíamos recriminarle al finlandés Aki Kaurismäki por su sobresaliente Le Havre era la construcción de uno de los protagonistas. El personaje del joven inmigrante que se escondía de la policía por haber entrado en la ciudad francesa de forma ilegal tenía mucha menos presencia que el otro protagonista de la cinta: el francés disgustado con la vida que lo defendía de las autoridades. Aunque se trataba de un personaje imprescindible para el funcionamiento de la trama, apenas llegábamos a conocerle puesto que sólo aparecía en escena cuando compartía plano con André Wilms u otro personaje. Sin embargo, en la magnífica The Other Side of Hope, estrenada en la competición de la Berlinale, ocurre todo lo contrario. Partiendo de una sinopsis prácticamente idéntica, la película versa sobre el encuentro entre dos personas que provienen de culturas distintas. En esta ocasión, conocemos la historia de un refugiado sirio que llega a Helsinki para pedir asilo político en Finlandia. Cuando éste le sea denegado, Khaled (Sherwan Haji) será socorrido por un finlandés huraño (Sakari Kuosmanen) que ha roto todos los vínculos con su pasado.

Como decíamos, la profundidad psicológica del personaje de Khlaed es una de las mejores alteraciones que ha sufrido esta segunda parte de la futura trilogía de Kaurismäki. Este cambio se debe a la fuerte empatía contenida en la mirada del autor finlandés, que, en comparación con algunos de sus trabajos anteriores, suaviza la dimensión satírica del relato (no se ridiculiza a nadie) para abrazar nuevas ambiciones. El propio cineasta declaró en la conferencia de prensa que su intención es condenar la falta de humanismo en la mentalidad y comportamiento de los europeos a la hora de resolver el problema de los refugiados sirios. Sin lugar a dudas, The Other Side of Hope deviene la película más política de Kaurismäki.

La nueva comedia negra del director de Un hombre sin pasado invita a reflexionar sobre la xenofobia interiorizada que está impidiendo que acojamos a los inmigrantes de Siria, algo que, en The Other Side of Hope se aborda desde dos frentes distintos. El más evidente corresponde a aquellas escenas donde los finlandeses manifiestan por la vía de la violencia que no permitirán compartir su país con intrusos (unos neonazis intentan quemar vivo a Khaleb mientras se refieren a él como un ‘judío’). La otra representación de la xenofobia es probablemente la más interesante. Se trata de la más inocente, pero también la más letal, dado que opera de forma inconsciente en las cabezas de sus víctimas. The Other Side of Hope es un catálogo de comentarios inocentes que evidencian los prejuicios o desinformación que rodea a la figura del ‘extranjero’ (una mujer confiesa que desea jubilarse y vivir en México para poder beber sake). Favorita a alzarse con el Oso de Oro de la Berlinale, la nueva película de Kaurismäki radiografía el horror de la Europa contemporánea: un momento de profunda crisis para el humanismo.