Para la cinefilia más combativa, la Viennale, el certamen austriaco por excelencia, es una cita obligada, un referente esencial para el cine independiente y de autor. Tras el fallecimiento el año pasado de Hans Hurch, el director e ideólogo de la Viennale durante dos décadas, este año el festival inicia una nueva senda bajo la dirección de Eva Sangiorgi, antigua responsable de FICUNAM (México). Un nuevo comienzo –con el recuerdo de Hurch muy presente– que contará, del 25 de octubre al 8 de noviembre, con la participación de varios films españoles.

En el apartado de largometrajes, la Viennale acogerá la presentación de dos películas españolas premiadas en el festival FidMarseille. Por un lado, Roi Soleil, el nuevo trabajo del catalán Albert Serra, una suerte de una extensión de La mort de Louis XIV. De hecho, para llegar hasta Roi Soleil hay que remontarse a los orígenes del anterior largometraje de Serra, que en un primer momento fue concebida como una performance que debía realizarse en el Museo Pompidou de París. Lo que iba a ser una experiencia museística terminó convirtiéndose en una película, pero la idea de realizar una performance terminó cuajando, a principios de 2017, en la Galeria Graça Brandao de Lisboa, donde Serra escenificó, durante siete días, la muerte lenta y agónica del monarca francés ante los visitantes. A lo largo de toda la semana, con Serrat en la piel de Luís XIV, Serra rodó más de 29 horas de metraje que en Roi Soleil son condensadas en 61 minutos. Por su parte, la vallisoletana Dora García, artista cuya obra se centra sobre todo en la performance y los medios audiovisuales, presentará en la Viennale Segunda vez, un largometraje construido a partir de cuatro mediometrajes en los que el pensamiento del intelectual argentino Oscar Masotta (1930-1979) funciona como hilo conductor.

En el certamen austriaco también se verán Entre dos aguas, el film de Isaki Lacuesta recientemente premiado en el Festival de San Sebastián, y Les unwanted de Europa, una coproducción hispano-italiana dirigida por Fabrizio Ferraro y producida por Eddie Saeta (Lluís Miñarro) y Passpertout (Fabio Parente). Protagonizada, entre otros, por Pau Riba, Vicenç Altaió, Catarina Wallenstein y Euplemio Macrì, la película relaciona el exilio republicano de 1939 con el viaje que realizó, en sentido contrario, Walter Benjiamin un año después. Un movimiento bidireccional cercano a los acontecimientos que asolan la Europa actual. Y, para terminar con la representación de largometrajes españoles, encontramos Trote del gallego Xacio Baño, que apunta que su primer largometraje “nace en confrontación con lo que he hecho hasta ahora. No como negación de lo realizado, sino como búsqueda de otro tipo de propuestas y como búsqueda de libertad. Porque de eso va precisamente la película: escuchar al cuerpo y a la carne. En mis anteriores obras he trabajado sobre todo los espacio cerrados, lo privado, propio y personal. La ausencia, el vacío. Trote toca estos temas, y los confronta con el espacio abierto, salvaje y predeciblemente libre”.

Por último, en el apartado de cortometrajes, destacamos la presentación en la Viennale de La casa de Julio Iglesias, el nuevo corto de Natalia Marín. Según apunta la sinopsis del film, “en el año 2001, el gobierno de Shanghái intento construir una réplica de España. Cuando empezaron a considerar la cuestión de qué es España, cómo es una casa española, automáticamente respondieron: España significa Julio Iglesias”. En palabras de Marín, “el fallido intento de reproducir España en las afueras de Shanghai es la metáfora perfecta de nuestro país. Es una historia grotesca e irónica, es puro esperpento”. Además, ante la escasa viabilidad de un viaje a China para realizar el film, la directora “solo podía imaginar la película a través de lo que estaba leyendo. Entonces, ¿por qué no construir una película que fuera en parte imaginada y en parte leída? ¿Por qué no enfrentar la España que leemos con la que imaginamos?”.