Desde sus cortometrajes, con el díptico formado por Zoom (2007) y Límites: 1ª persona (2009), hasta su debut en el largometraje con Mapa (2012), Elías León Siminiani ha ido trazando un recorrido cinematográfico muy definido, en el que esa primera persona a la que hacía referencia uno de sus primeros trabajos, es decir, sus propias palabras se convierten en la voz omnisciente de los relatos. En esos trabajos, todo gira en torno a la intimidad del creador. Y también de la manipulación de los recuerdos virtuales, generados a partir de los planos registrados por el propio autor, que al final convergen en su biografía y en sus recuerdos. En su segundo largometraje, Apuntes para una película de atracos (2018), Siminiani trata de cumplir con un sueño: dirigir un thriller sobre robos. La realidad, como sucede en su serie de televisión El caso Asunta (Operación Nenúfar) (2017), sale al paso del mundo privado del creador y lo anega. El director, según confiesa a través de la voz en off (rasgo esencial de su caligrafía), fantaseaba con poder dirigir algún día un film al estilo de Rififi (1955), de Jules Dassin, con un blanco y negro glamuroso, que sonara a jazz elegante y con un punto de vista entre exquisito y refinado. Pero él, sin embargo, se encontró con la noticia de la detención de un butronero, que se hacia llamar El Robin Hood de Vallecas, y que cambió por completo el destino de la obra. Fernando Bernal

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