Carlota Moseguí

Explotar el amplio abanico de formatos y técnicas que posee el audiovisual para que el autor y su público forjen un sentimiento de comunidad, comprendan el lugar que habitan, y reflexionen sobre sus formas de relacionarse con ese entorno, suena a proyecto utópico. Sin embargo, a los organizadores del primer Encuentro Internacional de Cineastas en Arona (celebrado entre el 10 y 18 de marzo) nunca les pareció una meta quimérica. Los fundadores de la productora canaria El Viaje Films, responsables de títulos españoles de la talla de Hotel Nueva Isla, Dead Slow Ahead o El mar nos mira de lejos, se han embarcado en una excitante aventura que combina sus dos pasiones: la pedagogía y la cinefilia.

Desde el principio, Jose Alayón y José M. Viña sabían que no querían inaugurar otro festival de cine en el archipiélago canario. “Para qué organizar un festival más, y lucir películas de autor inéditas, cuando artistas plásticos, músicos, o directores provenientes del experimental pueden desplazarse hasta Arona para educar la mirada cinematográfica de sus residentes”, señalaba Viña en una entrevista concedida a Otros Cines Europa en el ecuador del evento. Así, durante ocho días, un grupo de artistas de distintas disciplinas ha impartido tres talleres gratuitos –a alumnos de instituto, y a otros vecinos de la localidad de Los Cristianos– que fomentaban la acción de pensar el cine como un arma con cualidades sociológicas.

Por ejemplo, los adolescentes del instituto de Los Cristianos han redescubierto su academia y aquellos que la frecuentan, inmortalizando sus rincones o las actividades que se llevan a cabo en su interior a través de una cámara de Super-8. Este primer taller, impartido por la cineasta gallega Helena Girón (codirectora de Ni Dios ni Santa María y Montañas ardientes que vomitan fuego) junto al artista plástico y documentalista Miguel Aparicio (Los guardianes), ha proporcionado a sus asistentes un nuevo acercamiento a una realidad, digamos, ‘carcelaria’ para la mayoría de los chicos. Además de enfrentarse por primera vez a un rodaje con un instrumento tan frágil, así como iniciarse en el meticuloso proceso de revelado de imagen, los adolescentes quedaron fascinados al hallar su cotidianidad bañada por el aura mágica del analógico.

Por otro lado, el taller a cargo del cineasta canario David Pantaleón (autor de la inclasificable La pasión de Judas) y el gallego Xurxo Chirro (guionista y director de Vikingland) tenía un fin de lo más opuesto. Si Girón y Aparicio proponían un redescubrimiento de la realidad estudiantil a través de los espejismos únicos del formato analógico, este segundo seminario práctico, bautizado con los neologismos ‘cinemaguachinches’ y ‘videobabilones’, se disponía a desmitificar el cine. Los docentes animaban a dirigir cortometrajes sobre objetos, paisajes y personas del territorio aronero, con cámaras digitales de todo tipo (incluyendo las de los teléfonos móviles de los participantes). El taller consistía en promover el cine low cost para que los asistentes adquirieran conciencia del valor de cada imagen inventada, puesto que a posteriori todas ellas terminan formando parte del patrimonio audiovisual del lugar donde fueron creadas.

Para terminar, el tercer taller supuso una de las mayores proezas realizadas durante la primera edición del Encuentro Internacional de Cineastas en Arona. Los leoneses Chus Domínguez y Nilo Gallego prepararon una película-performance con los alumnos del instituto de Las Galletas que tenía una única norma: el film no podía contener ni una sola imagen. Una semana antes del estreno del experimento, los estudiantes fueron instruidos con toda clase de ejercicios –como, por ejemplo, revisionados de películas de culto con los ojos cerrados– que revelaban la verdadera importancia del sonido en el séptimo arte.

Y, así, en medio de la presentación de los cortometrajes rodados en Super-8 y los trabajos surgidos del taller de Pantaleón y Chirro en la gala de clausura, los alumnos de Las Galletas se dispersaron por Los Cristianos para registrar y proyectar en directo los sonidos que la localidad emitía mientras el público permanecía en el auditorio. Paralelamente a los tres talleres que han promovido el acercamiento al territorio, patrimonio, e historia de Arona a través de una pedagógica instrumentalización del cine, los aroneros también disfrutaron del visionado de las últimas obras de los cineastas invitados, y de los largometrajes Todos vós sodes capitáns y Mimosas del gallego Oliver Laxe.