“Baronesa” es el nombre de una favela a la que la protagonista del film desea mudarse, una que aparentemente es más tranquila y menos violenta que aquella en la que vive. Lo que muestra Juliana Antunes –joven realizadora de Belo Horizonte– es la intimidad cotidiana de esta mujer, sus amigos y familia. El contexto queda fuera de campo. No hace falta verlo. Esos pocos metros cuadrados en los que los protagonistas parecen moverse contienen un mundo. Si bien hay ciertos momentos que parecen dramatizados, la película jamás pierde su lógica testimonial, su recorrido, su verdad. Baronesa podría haber sido, en otras manos, una película cruel, exótica, condescendiente o paternalista. Pero Antunes mantiene la cámara en los cuerpos, los rostros y las miradas de los protagonistas, raramente tomándolos en planos generales. Está todo allí, en ese encierro del que desean liberarse, pero que también los constituye, con sus momentos de humor (animales sueltos, baldazos de agua fría para tolerar el calor, juegos familiares) y otros más dramáticos, casi todos ellos felizmente fuera de campo. Diego Lerer

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