Canciones para después de una guerra, una obra con material de archivo realizada por completo en la clandestinidad bajo la dictadura franquista, sigue asombrando por su finura en el montaje, por lo acertado y acerado de su crítica politica, y por la capacidad de crear sentido, o cambiar el sentido, a través de un montaje tremendamente eficaz e inteligente que pone en relación imágenes, la mayor parte de ellas procedentes de la propaganda fascista, con canciones populares. El ejercicio, aparentemente simple, es de una potencia crítica sin igual, y pocas veces igualada, al menos en la historia del cine español. Una película que debería ser de obligado visionado en colegios, institutos y universidades.

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