Monte Hellman es el director de este clásico de culto que, pese a no haber sido un éxito comercial, fue rápidamente considerado paradigma de un nuevo cine norteamericano independiente de la década de los 70. Los protagonistas, unos escuetos James Taylor y Dennis Wilson, batería de los Beach Boys, a los que se suma la chica reglamentaria (Laurie Bird), funcionan como el síntoma de una juventud con una dirección, pero sin propósito, como esas inacabables carreteras de la Ruta 66. El desencadenante de la mínima trama que hila el film, ese “masculine power trip”, como enuncia lúcidamente la chica, es el personaje interpretado por un excepcional Warren Oates (Mejor Actor de Reparto por el círculo de críticos de cine de Nueva York – NYFCC). Una carrera hasta Washington, en la que el vencedor se hará con el coche del oponente. Los chicos se suman al reto, contra ese patético y solitario mentiroso compulsivo cuyo único objetivo es reclamar algo de atención o encontrar, justamente, ese propósito que los jóvenes no parecen echar de menos. Por el camino, un sinfín de gasolineras, estaciones de servicio con diners, algún que otro encontronazo amoroso y la más profunda incomunicación. Júlia Gaitano

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