Carlota Moseguí

Una joya en stop-motion sobre la fuerza redentora y destructora del amor, Anomalisa es el ansiado retorno a la dirección del estadounidense Charlie Kaufman, que codirige el film con Duke Johnson. Esta película de animación –que comparte con Francofonia y Rabin, the Last Day el primer puesto del ranking de puntuaciones de la prensa internacional– tiene como protagonista a un hombre grisáceo llamado Michael Stone (a quien pone voz David Thewlis) que vive atrapado en la mundanidad que le rodea. La trama del film da comienzo dentro de un avión que transporta al antihéroe rumbo a Cincinnati. El propósito del viaje a Ohio no es reencontrarse con su ex-amante, sino presentar un libro sobre la optimización del rendimiento laboral en los servicios de atención al cliente; pues, aunque no lo parezca, este hombre deprimido es una celebridad en la literatura de autoayuda. Como si se tratara de una versión de animación de la última película de Hong Sang-soo, Right Now, Wrong Then, el protagonista aprovechará las horas previas para conocer a Lisa (Jennifer Jason Leigh), una mujer apocada e insegura en la que creerá encontrar el amor.

Siete años después de dirigir Synecdoche, New York, el responsable de los guiones de Como ser John Malkovich o Adaptation (El ladrón de orquídeas) ha dirigido una tragicomedia honesta sobre la torpeza de los seres humanos para entender y entablar relaciones con sus semejantes. Asimismo, esta fábula que siempre se representa en lugares de paso –un hotel, un restaurante, una tienda y un coche– no es un boy meets girl cualquiera. El escritor de ¡Olvídate de mi! propone al espectador un viaje emocional y pesadillesco por la mejor y la peor de las sensaciones que puede experimentar el ser humano. Nos referimos a un amour fou pasajero, que cuando la cortina de humo se desvanece y revela su condición caduca, devuelve al hombre a sus tinieblas.

La rat terrier Lollabelle en "Heart of a Dog" de Laurie Anderson.

La rat terrier Lollabelle en “Heart of a Dog” de Laurie Anderson.

También en la sección oficial competitiva, se presentó la espléndida ópera prima de la compositora musical, poetisa y artista plástica norteamericana Laurie Anderson. Heart of a Dog podría definirse como un ensayo existencialista sobre dos cuestiones inherentes al ser humano: la memoria y la muerte. La cineasta une ambos conceptos en un collage metafísico, donde convergen todo tipo de anécdotas personales –ya sean reales o imaginadas–, conceptos filosóficos de Søren Kierkegaard o Ludwig Wittgenstein, citas de David Foster Wallace, reflexiones budistas y mucha denuncia política. En este sentido, uno de los aspectos más brillantes de la película es su capacidad de vincular lo personal con lo intelectual sin crear una pieza demasiado pretenciosa. La película no persigue ningún fin didáctico, sino que, más bien, se trata de un experimento sensorial. Heart of a Dog no jerarquiza entre lo mundano y lo trascendental. En el micro-cosmos especulativo de Anderson, el luto por su madre y su rat terrier, llamada Lollabelle, tienen la misma importancia que los atentados del 11-S y la cultura de la paranoia que sigue subyugando a la población estadounidense. Asimismo, las elocuentes cavilaciones en off de la viuda de Lou Reed nos guían por este film-telaraña desvelando el significado de unas imágenes que fusionan súper 8, animación y extraordinarios filtros.