Página web de L’Alternativa (Festival de Cinema Independent de Barcelona), que se celebrará entre el 14 y el 20 de noviembre.

PAULA. Eugenio Canevari. 70 minutos. Argentina, España (2015). Con Estefania Blaiotta, Pablo Bocanera, Bernardo Calabia. Competición Internacional.

La ópera prima de Eugenio Canevari recuerda bastante a La ciénaga, el debut de Lucrecia Martel. No porque sea una copia, un reciclaje o un homenaje, sino porque ambos films comparten una mirada despiadada, impiadosa, pero nunca subrayada ni discursiva, sobre la hipocresía, la doble moral de la burguesía de esos pueblos chicos, o grandes infiernos, del interior. Paula es, también, una película de una madurez, un aplomo, una solidez y una convicción poco frecuentes en primeros largometrajes. Todo está muy pensado: lo que se ve y, sobre todo, lo que no (el uso de la elipsis y del fuera de campo son impecables). Lo que se dice (poco) y lo que se muestra (suficiente) como para comprender en todas su dimensión, en sus múltiples facetas, en sus distintos matices, los conflictos de una chica que es tan solitaria y tan callada que resulta casi invisible para los demás.

La Paula del título (Denise Labbate) trabaja como niñera y empleada doméstica de una familia que posee una estancia en Pergamino (la familia del director es de ese origen). Los patrones cuentan con ella para que se ocupe principalmente de los chicos. Pero Paula ha quedado embarazada y nadie (ni siquiera el hombre que la dejó en ese estado) tiene demasiado interés en ayudarla. Película sobre la desatención y vulnerabilidad de la mujer en la Argentina profunda, sobre los mandatos patriarcales y un racismo contenido pero evidente, Paula también hace un buen uso de ciertos elementos atmosféricos (una perra que es sacrificada por comerse a tres cachorros, el uso de un avión que fumiga glifosato sobre las plantaciones de soja) para demostrar, una vez más, que la violencia, latente y real, psíquica y física, está entre nosotros. Diego Batlle

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LA SUBSTÀNCIA. Lluís Galter. 86 minutos. España (2016). Panorama Nacional.

La substància se abre con las declaraciones en off de un político que expone un singular proyecto: la construcción de una réplica de Cadaqués en China. La substància ofrece un viaje, el retrato en paralelo de estos dos lugares, del hermoso pueblo costero catalán, hogar e inspiración de artistas como Dalí, convertido ahora en paraíso para el turista, y de su sucedáneo asiático, un lugar en el que las características casas blancas de las aldeas de pescadores se sitúan en primera línea, para que, detrás, se eleven unos rascacielos que ofrecen vistas privilegiadas de la copia de Cadaqués. He aquí un descalabro urbanístico. También, la idea de copia, un concepto que atraviesa el grueso de la película y que transpira por todos sus poros. Por un proyecto arquitectónico basado en la emulación. Por los vídeos promocionales que pretenden vender Cadaqués ya no solo como destino turístico, sino también como lugar que puede ser replicado. Por las maquetas que hace uno de los habitantes del pueblo de la Costa Brava, que se dedica a construir barcos en miniatura. En el fondo, la película del catalán Lluís Galter nace de un gesto eminentemente irónico, el de un paisaje trasladado a otro lugar. Esta ironía se explicita al final de un recorrido que pasa por texturas y por niveles distintos, del vídeo de YouTube a una cuidada imagen digital que pinta la China más urbana de tonos grisáceos y anaranjados. La imagen resulta cambiante, igual que el tono de la película, que vira de lo irónico a lo místico, resultado, quizá, de la asociación entre un cineasta, Galter, que plantó sus pies en la tierra con Caracremada, y un ensayista, Iván Pintor (coguionista del film), amante de dejar volar las ideas. Así, el cielo y la tierra se unen, como China y Cataluña en el Cadaqués asiático. Violeta Kovacsics

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ACTOR MARTINEZ. Mike Ott, Nathan Silver. 75 minutos. Estados Unidos (2015). Con Lindsay Burdge, Connor Long, Mike Ott. Competición Internacional.

El nuevo largometraje del estadounidense Nathan Silver (Stinking Heaven), codirigido junto con Mike Ott, es una excelente reflexión sobre la tiranía del cineasta sobre los interpretes durante la realización de una película o (aún peor) fuera de ella. ¿Dónde empieza y acaba la dirección de actores? ¿Qué pasaría si un director quisiera dirigir la vida de un actor? Dichas cuestiones son planteadas en el experimento fílmico de Silver y Ott. Tras conocer a Arthur Martinez en un festival, los cineastas quisieron realizar un largometraje sobre su vida, pero los problemas surgieron cuando los directores quisieron reescribir la existencia del actor: por ejemplo, buscándole una novia que se ajustara a lo que ellos deseaban para la película o proponiendo filmaciones de escenas que harían cambiar el curso de su existencia. Actor Martinez no puede calificarse como una ficción o un falso documental: se trata del making-of de un film que nunca llegó a ver la luz debido a los malentendidos entre actores y directores. Actor Martinez es una valiosa pieza documental sobre la ética de un artista durante el proceso de creación de su obra. Carlota Moseguí

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HEART OF A DOG. Laurie Anderson. 75 minutos. Estados Unidos (2015). Inauguración.

Heart of a Dog podría definirse como un ensayo existencialista sobre dos cuestiones inherentes al ser humano: la memoria y la muerte. La cineasta une ambos conceptos en un collage metafísico, donde convergen todo tipo de anécdotas personales –ya sean reales o imaginadas–, conceptos filosóficos de Søren Kierkegaard o Ludwig Wittgenstein, citas de David Foster Wallace, reflexiones budistas y mucha denuncia política. En este sentido, uno de los aspectos más brillantes de la película es su capacidad de vincular lo personal con lo intelectual sin crear una pieza demasiado pretenciosa. La película no persigue ningún fin didáctico, sino que, más bien, se trata de un experimento sensorial. Heart of a Dog no jerarquiza entre lo mundano y lo trascendental. En el micro-cosmos especulativo de Anderson, el luto por su madre y su rat terrier, llamada Lollabelle, tienen la misma importancia que los atentados del 11-S y la cultura de la paranoia que sigue subyugando a la población estadounidense. Asimismo, las elocuentes cavilaciones en off de la viuda de Lou Reed nos guían por este film-telaraña desvelando el significado de unas imágenes que fusionan súper 8, animación y extraordinarios filtros. Carlota Moseguí

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LAS MÁS MACABRAS DE LAS VIDAS. Kikol Grau. 50 minutos. España (2015). Panorama Nacional.

He aquí un buen ejemplo para entender el trabajo y las influencias de Kikol Grau: por un lado el ámbito musical, especialmente el relacionado con el punk, el metal, y las expresiones más populares y menos mediáticas del rock salvaje; y por otro el trabajo con imágenes de medios de masas como constructores de discursos de entretenimiento y desinformación, de consumo de drama frente a constructores de pensamiento crítico y formado. Así, Las más macabras de las vidas, su ópera-rock-punk-karaoke sobre el mítico grupo de rock radikal vasco Eskorbuto no es ni de lejos una hagiografía, ni mucho menos una biografía al uso, sino sobre todo un paseo por un momento de la historia de España que el discurso oficial ha dejado arrinconado: los estragos de la heroína en cierta juventud obrera, proletaria y contestataria, los movimientos antisistema, la música como vínculo generacional, como herramienta de contrapoder. Parafraseando a Gus Van Sant, que dijo que su película Last Days no era una película sobre Kurt Cobain sino que “era Kurt Cobain”, la película de Grau es al mismo tiempo la encarnación hecha imágenes del espíritu de Eskorbuto –ese grupo que no fue bien recibido ni entre los abertzales, por ser considerados fachas, ni entre los fachas, que los consideraban etarras–, y también un trabajo propiamente de Grau: música popular, disfrute gozoso, explosiones, serie B, y una mirada crítica a los discursos que han consolidado los años 80 en España como los años del desarrollo, la alegre y santa Transición y la inocua movida madrileña, carente de ideología, acrítica y moldeable. Gonzalo de Pedro Amatria