Página web de Punto de Vista – Festival Internacional de Cine Documental de Navarra

IMPROVISACIONES DE UNA ARDILLA. Virginia García del Pino. 27 minutos. España (2017). Nuevas Resistencias.

Contra la impostura, la demagogia y la espectacularización de la política a manos de los medios de comunicación, el cortometraje Improvisaciones de una ardilla ofrece un diálogo franco y reflexivo entre unas imágenes filmadas por la cineasta Virginia García del Pino y unas palabras pronunciadas por el filósofo Josep Maria Esquirol. Las imágenes proceden de una investigación realizada por García del Pino en torno a la figura de Alberto Garzón, aunque el retrato del coordinador general de Izquierda Unida queda descartado en favor de una mirada de conjunto al contraplano del circo político. El carrusel de estampas contra-políticas posee tal fuerza crítica –concretada en el gesto elemental de mirar en dirección opuesta a la mayoría– que podría haber conformado una suculenta película muda, sin embargo, pese a la vigencia autónoma de las imágenes, el monólogo de Josep Maria Esquirol es de todo menos anecdótico.

Diseccionando con asombrosa naturalidad tanto la forma como el fondo de las imágenes, Esquirol –“ardilla” en castellano (de ahí el título del corto)– despliega su pensamiento político de manera tan deslavazada como coherente. Las imágenes van proponiendo nuevos ámbitos de discusión y el filósofo responde a las sugerencias de sentido con agilidad. A la postre, la reflexión hablada que interactúa de forma más provechosa con el dispositivo fílmico es aquella que denuncia la vacuidad de la retórica política contemporánea, propulsada por el “directo” infinito de los medios de comunicación. Una dinámica perversa que los políticos gestionan midiendo al milímetro cada gesto y palabra, participando del simulacro global. Para desactivar esta noción de cálculo, la directora obliga al filósofo a improvisar su comentario de las imágenes, activando un flujo de consciencia tentativo y cargado de honestidad. Un discurso que, llegado un punto, se va desprendiendo del seguimiento de las imágenes para ir formulando alegatos profundos: en favor de la humildad y del “poder” como verbo, y en contra de la arrogancia y de la corrupción del “poder” como sustantivo. Manu Yáñez

BARONESA. Juliana Antunes. 73 minutos. Brasil (2017). Sección Oficial.

“Baronesa” es el nombre de una favela a la que la protagonista del filme desea mudarse, una que aparentemente es más tranquila y menos violenta que aquella en la que vive. Lo que muestra Juliana Antunes –joven realizadora de Belo Horizonte– es la intimidad cotidiana de esta mujer, sus amigos y familia. El contexto queda fuera de campo. No hace falta verlo. Esos pocos metros cuadrados en los que los protagonistas parecen moverse contienen un mundo. Si bien hay ciertos momentos que parecen dramatizados, la película jamás pierde su lógica testimonial, su recorrido, su verdad. Es un film honesto, que se acerca a sus protagonistas de una manera relativamente similar a la que lo hacía Pedro Costa en sus primeras películas ambientadas en Fontainhas. Pero a diferencia de los filmes del portugués, los personajes de Baronesa, pese a que tienen motivos suficientes para vivir en la más lúgubre tristeza y oscuridad, se dan tiempo para reír, bailar y cantar mientras habitan lo que parece ser la trinchera de una batalla.

Baronesa podría haber sido, en otras manos, una película cruel, exótica, condescendiente o paternalista. Pero Antunes mantiene la cámara en los cuerpos, los rostros y las miradas de los protagonistas, raramente tomándolos en planos generales. Está todo allí, en ese encierro del que desean liberarse, pero que también los constituye, con sus momentos de humor (animales sueltos, baldazos de agua fría para tolerar el calor, juegos familiares) y otros más dramáticos, casi todos ellos felizmente fuera de campo. Sentimos y sufrimos las consecuencias, pero la debutante directora tiene la inteligencia de alejarnos del morbo televisivo, de la explotación. Diego Lerer

ALIENS. Luis López Carrasco. 23 minutos. España (2017). Nuevas Resistencias.

No sería un disparate pensar que Tesa Arranz, la musa de La Movida Madrileña, podría ser uno de los personajes que bailaban, bebían y se drogaban en aquella noche de 1982 que Luis López Carrasco recreó en El Futuro. Esos jóvenes que ansiaban olvidar el Franquismo y el 23F a golpe de decibelios, alcohol y alucinógenos podrían haber conocido a Tesa en una de esas fiestas caseras, o, quizá, tras un concierto de su banda Zombies en algún tugurio de la capital. En este sentido, la primera del sinfín de confesiones que Tesa Arranz nos relatará en Aliens enlaza con el planteamiento conceptual de El Futuro: “Era 1978. Salíamos de otro día más de represión franquista y sólo queríamos fiesta”, dice Tesa contextualizando la noche en que Miguel Ordoñez y Bernardo Bonezzi la invitaron a formar parte de Zombies.

Aliens recoge las vivencias íntimas de una diva que no sólo fue testigo del origen y florecimiento del espíritu de La Movida, sino que –como figura pública– transmitió ese deseo de libertad a toda una generación. Pero, al igual que El futuro, Aliens no se limita a poner en escena la voluntad festiva de esos ‘maravillosos’ años. La elección de Tesa como protagonista de esta breve joya documental responde a su atrevimiento a la hora de hablar con franqueza de la otra cara de un capítulo tumultuoso de la Historia de nuestro país: la del caos, el malestar, la insatisfacción y, finalmente, la demencia. Almodóvar, Alaska o los hermanos Cano son algunos de los nombres que serán llevados al paredón durante los hilarantes monólogos de Tesa. Asimismo, dichas anécdotas morbosas de la farándula madrileña, narradas con pelos y señales, se alternan con lecturas de poemas u otros textos de Arranz; todo ello filmado por López Carrasco con una cámara de vídeo VHS. Aliens muestra a Tesa Arranz como una fuerza de la naturaleza, cuya aura mágica es, y seguirá siendo, indestructible. Carlota Moseguí

HELLO, HORSE! Laila Pakalnina. 24 minutos. Letonia (2017). Sección Oficial.

En su nueva incursión en el formato corto, la cineasta letona apuesta por una pieza que, pese a gestarse en el marco del documental contemplativo de planos estáticos, destaca por su espontánea e inesperada ruptura con la tradición encabezada por James Benning y representada, también, por ejemplo, por 24 Frames, el trabajo póstumo de Abbas Kiarostami. El nuevo film de la autora de El zapato plasma el paso de las estaciones en un enclave prácticamente inhabitado de la frontera este de Letonia desde la mirada sosegada de un caballo. De este modo, la cámara fija de Hello, Horse! captura el paisaje a través de supuestos planos subjetivos del animal. Como decíamos, Pakalnina rompe con el anquilosamiento de los tableaux paisajísticos alterando el ritmo del film, que se acelera o ralentiza inyectando vida a una naturaleza aparentemente pasiva. Carlota Moseguí

NO INTENSO AGORA. João Moreira Salles. 127 minutos. Brasil (2017). Nuevas Resistencias.

Años después de la notable Santiago, el brasileño Joâo Moreira Salles presenta la sobresaliente No intenso agora. Con abundante material de archivo, se trata de una larga evocación de los años ’60, convulsionados con movimientos revolucionarios, durante los cuales toda una generación creyó que otro mundo era posible. Con imágenes tomadas por su propia madre durante un viaje a China realizado con un grupo de brasileños de la alta burguesía, asistimos al apogeo de la Revolución Cultural de la mano de Mao Tse Tung para, sin intervalo, pasar a las barricadas del Mayo Francés en Paris, cuando toda la juventud intelectual se unió a la clase obrera, alzada contra el orden establecido y luego sofocada por De Gaulle. Al mismo tiempo, la Primavera de Praga, donde había florecido una incipiente independencia, era reducida por la entrada de los tanques soviéticos.

Las imágenes de este ensayo son todas tomadas de films rodados por otros: noticieros, home movies, películas poco conocidas de la época, con un montaje poco convencional. Resulta muy impactante ver los diversos entierros que se llevan a cabo en Europa y Brasil de manifestantes muertos, símbolo del fracaso de la utopía. Y, sin embargo, el film refiere al agora, el ahora, que de cierta manera Moreira Salles vincula con aquel ayer, con melancolía, y cierta desesperanza. Josefina Sartora