Página web del D’A – Festival Internacional de Cinema D’Autor de Barcelona (21 de abril – 1 de mayo).
THE OTHER SIDE. Roberto Minervini. 92 minutos. Francia/Italia (2015). Con Mark Kelley, Lisa Allen, James Lee Miller. Sección Direccions.
Un verdadero especialista en temas escabrosos, el italiano Roberto Minervini no actúa como un demiurgo cruel que mira a los hombres con la compasión de una hiena. Su cámara acompaña a los personajes adonde sea que quieran ir. En cierta medida, los filma amándolos, respetándolos, pero el que ama sabe que eso no significa necesariamente mimetizarse con el objeto amado. El delirio de sus personajes no se replica en la forma en que él los mira. En efecto, Minervini es capaz de hacer algo dificilísimo: filmar la sordidez sin sucumbir a la misma.
En The Other Side, el director de Stop the Pounding Heart deja Texas y viaja hasta al norte de Louisiana, cuyo índice de desempleo es del 60%. A Minervini le interesan los márgenes de la sociedad. La película arranca con varios planos sugerentes y enrarecidos: en un bosque, varios hombres vestidos de militares van moviéndose como si estuvieran en una misión. Inmediatamente después, aparece un hombre enteramente desnudo que va caminando por la ruta. Por un rato lago, The Other Side se quedará con él, miembro de una comunidad de drogadictos. Fumar, inyectarse, beber son prácticas constantes, pero Minervini encuentra una forma particular de registro por la que sus criaturas dispuestas a deteriorarse en nombre de un placer inmediato, o de una entrega absoluta a un nihilismo instintivo, jamás son juzgadas.
La película sobresale cuando Minervini se encuentra con un ejército paramilitar de derechas que se prepara para una revolución imposible. La ingenuidad castrense es igual de ostensible que el delirio que la fundamenta: esos hombres que luchan contra un enemigo impreciso y abogan por un presunto orden tradicional son rehenes de un sistema socioeconómico donde la brecha entre quienes tienen y no tienen sigue su camino ascendente. ¿Hace falta decir que estamos ante la realidad de los Estados Unidos de América, o el otro lado del sueño americano? Roger Koza
ALOYS. Tobias Nölle. 91 minutos. Suiza, Francia (2016). Con Georg Friedrich, Tilde von Overbeck, Karl Friedrich, Kamil Krejcí, Yufei Li. Sección Talents.
Un hombre gris habla de él mismo en tercera persona como si fuese otro quien viviese su vida. Mediocre, tímido, insípido y eternamente deprimido, Aloys (Gerg Friedrich) se esconde lejos de la sociedad porque el mundo no respeta sus rarezas, o quizá porque el protagonista que da nombre al debut en solitario de Tobias Nölle no soporta la insustancialidad de la realidad. Tras triunfar en el Festival de Locarno de 2008 con su cortometraje René, y competir en la sección oficial de la pasada edición con el proyecto colectivo Wonderland, el cineasta suizo presentó en la reciente Berlinale un tenebroso drama psicológico, de índole existencialista, reconocido con el Premio de la Crítica FIPRESCI. La trama del film da comienzo pocos días después de la muerte del padre del protagonista (y único compañero en su empresa de investigación privada). Curiosamente, instantes antes de que el universo de nuestro antihéroe se desmorone, Aloys empieza a recibir las llamadas de una mujer misteriosa. Esa chica anónima, que a priori iba a ser su última oportunidad de reconciliarse con el mundo exterior, termina por alejarlo todavía más de él; pues le abre las puertas de la peor de sus pesadillas al incitarle a permanecer para siempre en el paraíso artificial de su imaginación. Esta brillante ópera prima brinda una de las mejores representaciones del funcionamiento de una mente esquizoide, así como de la obsesión del enfermo por no salir jamás de su fantasía mental. Carlota Moseguí
JOHN FROM. João Nicolau. 100 minutos. Portugal (2015). Con Julia Palha, Clara Riedenstein, Filipe Vargas, Leonor Silveira, Adriano Luz.
¿Puede el tema de una película alterar las reglas lógicas de la ficción? La respuesta puede ser afirmativa cuando el film busca poner en escena la subjetividad de un protagonista que camina hacia la locura. En este sentido, si interpretamos el amor como una alucinación de la conciencia, no debería extrañarnos el osado planteamiento formal del segundo largometraje del cineasta portugués João Nicolau. Así, John From arranca como un relato realista sobre las peripecias de una adolescente (Julia Palha) enamorada en secreto de su vecino veinte años mayor que ella (Filipe Vargas). Pero, progresivamente, ciertos elementos sobrenaturales se añaden a la historia, sin ninguna explicación que revele su aparición, pues su misión es transformar la ficción en una representación metafórica de los efectos alucinógenos que experimenta todo individuo que se halla cegado por el primer amor de juventud. Con tan sólo tres personajes principales –la chica, su mejor amiga y el amado– y dos satélites –la madre y padre de la protagonista–, John From juega a destruir los códigos verosímiles de la película e inventar otros nuevos que abracen el surrealismo. Este brillante homenaje al savoir-faire de Eugène Green se sitúa a medio camino entre el humor seco de Miguel Gomes y el retrato preciosista del universo femenino de Virgil Vernier en Mercuriales. Tras maravillarnos con A Espada e a Rosa y su espléndido cortometraje, Gambozinos, John From es el film definitivo que ha investido a João Nicolau como nuevo referente del cine portugués. Carlota Moseguí
LES DEUX AMIS. Louis Garrel. 100 minutos. Francia (2015). Con Golshifteh Farahani, Vincent Macaigne, Louis Garrel. Sección Talents Fuera de Competición.
Con todas sus flaquezas, cabe reconoce que Les deux amis, opera prima de Louis Garrel, acomete la audacia de operar en términos estrictamente cinematográficos. No es demasiado habitual encontrar películas que renuncien a explotar abiertamente los recuerdos (casi siempre traumáticos) de sus personajes. Aquí hay algún que otro atisbo de psicología –uno de los personajes sigue obsesionado con una exnovia, el otro se ha intentado suicidar en más de una ocasión–, pero la esencia de Les deux amis está en otra parte, en la interacción física entre los personajes: dos amigos y una chica que se persiguen, se abrazan, se golpean, se gritan, se besan. Es de la mano de esta veta gestual que el debut en la dirección de Garrel-hijo alcanza sus mejores momentos, como cuando Abel, el amigo guapo-egoísta (Garrel), enjabona en una bañera a Vincent, el amigo feo-bonachón (Vincent Macaigne, fascinante icono hipsteril del joven cine francés); o cuando este surrealista dúo de niños grandes salta por la ventana de un hospital, evocando la locura del slapstick.
En el corazón de Les deux amis late el espíritu de Mikey and Nicky, la gran película de Elaine May con John Cassavetes y Peter Falk. Garrel prolonga la noche de amistad y traición imaginada por May hasta las 72 horas: tres jornadas en las que Abel y Vincent dirimen su amistad en el ojo del huracán provocado por la aparición de Mona, una joven presidiaria que magnetiza una espléndida Golshifteh Farahani. Poco importa a qué se dedican los personajes o qué los ha llevado hasta el lugar en que los encontramos: lo único relevante son las corriente de amor que circulan por este triángulo escaleno de personajes. Se echa en falta una mínima integración del relato en un marco social real, pero el joven Garrel, a diferencia de lo que seguramente haría su padre, nunca se pregunta cómo subsisten sus personajes, convertidos en dandis de un mundo carente prácticamente de señas de identidad, más allá del recuerdo indeleble de la nouvelle vague. Manu Yáñez
POSTO AVANÇADO DO PROGRESSO. Hugo Vieira da Silva. 121 minutos. Portugal (2016). con Nuno Lopes, Ivo Alexandre, David Caracol. Sección Transicions.
Producida por Paulo Branco, Posto Avançado do Progresso de Hugo Vieira da Silva es una fiel adaptación de la obra homónima de Joseph Conrad, Outpost of Progress, sobre la estancia del autor en el Congo, escrita dos años antes que publicase El corazón de las tinieblas. Más allá de la trama sobre dos colonos –João de Mattos (Nuno Lopes) y Sant’Ana (Ivo Alexandre)– que pierden la razón al abandonar su país “civilizado” y dejarse llevar por el territorio sin ley de la selva, la originalidad del film radica en su propuesta estética. La impactante fotografía –basada en perfectos difuminados, claroscuros, texturas de todo tipo, ángulos con ojo de pez y un largo etcétera– distorsiona la percepción de la ficción con un solo propósito: marcar las diferencias entre el hombre blanco y el bárbaro a partir de recursos visuales y sonoros. Unas diferencias que, evidentemente, ridiculizan a los protagonistas hasta caricaturizarlos. No obstante, el director de Body Rice no convierte a los imperialistas portugueses en despiadados sujetos deshumanizados, como ocurría con los soldados de Apocalypse Now de Francis Ford Coppola. Vieira da Silva desmitifica la épica del colonialismo poblándolo con holgazanes, borrachos o enfermos, incapaces de apreciar la belleza natural e indígena que les rodeaba. Como dirá el hombre-leopardo que acecha a los portugueses: “Las historias de cacería siempre glorifican al cazador”. Carlota Moseguí