Fernando Bernal (Festival de San Sebastián)

Fire on the Plain es una de esas gratas sorpresas que suelen aparecer de forma inesperada dentro de la sección oficial de un festival. Es una ópera prima, y a pesar de ello no está programada dentro de la sección New Directors del Festival de San Sebastián. Se trata de la carta de presentación de Zhang Ji, hasta ahora director de fotografía en cuatro películas, entre ellas Letters from Death Row (2008), de Kevin Feng Ke, presentada también en el certamen donostiarra. Un narrador que demuestra tener una voz propia y la audacia suficiente para sortear los lugares comunes del thriller y ofrecer una obra que se desmadeja dando como resultado varias películas posibles dentro del mismo relato.

La primera pista que ayuda a desentrañar los misterios de Fire on the Plain es la presencia, como productor ejecutivo, de Diao Yinan (director de la imprescindible El lago del ganso salvaje), a quien Ji considera un maestro. Además, cabe señalar que estamos ante la adaptación de la novela homónima de Shuang Xuetao, un autor de gran importancia en China, y que Ji tardó cinco años en convertir en guion cinematográfico. La historia se desarrolla en dos partes, una situada en 1997 y la segunda en 2005, un periodo en el que se produce un cambio generacional determinante y también se suceden el cierre de las fábricas tradicionales y los despidos en masa de trabajadores, en medio de una compleja reconversión industrial. Un trasfondo socioeconómico que actúa como contexto y motor de las diversas ramificaciones narrativas que despliega la película.

Fiel al modelo de película policíaca, Fire on the Plain toma como punto de partida la investigación de una serie de asesinatos de taxistas que tienen lugar en la localidad de Fentun, situada en el nordeste de China, y de la que se encarga un inspector de policía que decide infiltrase en el gremio para dar caza al asesino. Al mismo tiempo, Ji se fija en la relación entre una pareja de adolescentes –cuyas familias son vecinas, se conocen desde siempre y comparten tiempo juntas– de caracteres y objetivos vitales totalmente distintos. Él es un joven acostumbrado a visitar la comisaria por cometer pequeños delitos junto a su pandilla de amigos, mientras que ella tiene un gran talento artístico y sueña con estudiar un día lejos de la ciudad en la que vive, en un instituto que esté a la altura. Por ahí comienza el cineasta debutante su narración, para luego trasladar al espectador, a través de una prolongada elipsis, hasta ocho años más tarde, con cambios inesperados en la vida de sus protagonistas y en la de sus respectivas familias.

Con un estilo nítido y una caligrafía visual adecuada a cada momento de la historia, Ji acierta a dar forma a una historia criminal que basculará entre el primer y segundo plano del relato. Pero sobre todo se vuelca con decisión en las escenas íntimas, repletas de emotividad y verdad, pero sin caer en ningún momento en la afectación del sentimentalismo. Además de en su exquisita planificación, el director demuestra su talento como narrador también a la hora de hilvanar los dos niveles del relato y encajar las diferentes subtramas, que va presentando en la primera parte del film y que confluyen en un tercer acto dominado por la violencia y por un lirismo arrebatador. De este modo, poniendo en diálogo la trama policiaca y el drama romántico, Fire on the Plain se reafirma como una obra sólida que además de una sorpresa también constituye la demostración de un nuevo talento a tener en cuenta.