Víctor Esquirol (Festival de Berlín)

En el municipio de Stadtallendorf, ubicado en el corazón de Alemania, un profesor que luce orgulloso un gorro de lana y una camiseta de AC/DC, se dirige a una audiencia compuesta por chavales cuya edad va de los 12 a los 14 años. Estamos en Herr Bachmann und seine Klasse (Mr. Bachmann and His Class), documental de tres horas y media en el que la germana Maria Speth observa un conjunto de rutinas pedagógicas que perfilan una cierta utopía social. La influencia de Frederick Wiseman (en especial el de la más reciente City Hall, monumento a la democracia en forma de elogio a la política municipal) se percibe en la mirada transparente y respetuosa de Speth, que además multiplica su punto de vista para capturar, con dos cámaras, cada detalle de cada clase, cada junta evaluadora o excursión. La fuerte pulsión humanista que guía el trabajo de la cineasta rezuma en cada secuencia, y en particular en el retrato del genial e inspirador protagonista de esta función.

Herr Bachmann und seine Klasse nos invita a contagiarnos del espíritu de un hombre que, contra una coyuntura que parece inclinada hacia el autoritarismo, opta siempre por actuar como una fuerza conciliadora, comprensiva. El tono y cadencia de sus discursos es sedante y al mismo tiempo estimulante; del mismo modo, la invocación de una cierta disciplina se lleva a cabo sin recurrir a la severidad marcial. Esta conjunción de factores marca el minuto a minuto de la vida en el oasis de comprensión mutua que es el aula del profesor Bachman. Los conflictos eventuales, fruto de una sociedad heterogénea, plural, permanecen fuera de campo. Speth pone el foco en los encuentros y revelaciones que pueden resolver tensiones. Si La clase de Laurent Cantet se servía del aula para visualizar las problemáticas a las que debía hacer frente el “melting pot” francés, Herr Bachmann und seine Klasse se vuelca en las posibles soluciones. Lo hace siguiendo el ejemplo del maestro, que no duda en adoptar el rol de pupilo, aprendiendo de sus alumnos. De repente, el Sr. Bachmann hace un comentario sobre los orígenes de su apellido, y a partir de aquí, a la propia película se le activa una curiosidad que no queda saciada hasta que no se han detectado convenientemente los rastros de una memoria histórica que, en efecto, siguen desperdigados por las calles de Stadtallendorf.

Herr Bachmann und seine Klasse es una película que invita a la acción, al descubrimiento. Poco a poco, y de forma natural, el foco se amplía para seguir las ramificaciones de la obra del centro educativo. A partir del seguimiento de una serie de actividades extraescolares, entendemos mejor el impacto benigno de un cuerpo educativo que actúa como fuente de cohesión social. En esta clase, cada alumno tiene una procedencia distinta: un país de nacimiento, un dios al que rezar, una sexualidad que empezar a manifestar… Bachmann y Speth tratan a todo el mundo por igual sin importar su condición, en una emocionante labor de construcción de una identidad colectiva que respeta las inquietudes, los sueños, las pasiones; en definitiva, la personalidad de cada uno. Este veterano guía espiritual está a punto de retirarse, pero antes nos ayuda a vislumbrar un mañana luminoso. La realidad, por fin, se presenta como ese refugio que merecemos.