Fernando Bernal (Festival de San Sebastián)

A pesar de ser reconocida por su faceta como documentalista, Claire Simon suele afirmar que su cine se encuentra en el camino donde se cruzan realidad y ficción. En esa intersección se sitúa su último trabajo, con el que concursa en la Sección Oficial del Festival de San Sebastián, y que representa a través de la ficción una historia real basada en la biografía de sus protagonistas. I Want to Talk About Duras Vous ne désirez que moi (Solo me deseas a mí) en su título original en francés– toma como punto de partida la transcripción de las charlas que mantuvo la periodista Michèle Manceaux con Yann Andréa, que fue amante de la cineasta y escritora Marguerite Duras desde comienzos de la década de los ochenta hasta el final de sus días.

La directora del díptico Gare du Nord y Géographie humaine (2013) opta por una puesta en escena concisa y desprovista de cualquier tipo de artificio. Son dos largas conversaciones, fracturadas por un ligero intermedio narrativo, que se van salpicando con breves flashbacks, fragmentos de películas de Duras –L’homme atlantique y Agatha et les lectures illimitées (1981), en las que participó Andréa–, entrevistas en vídeo con la escritora y unas acuarelas que ilustran los momentos de sexo que narra el film y también los enfrentamientos entre la pareja, que sumieron al amante en un estado de desesperación vital. Andréa era un joven de veinte años que devoraba la literatura de Duras, un fan capaz de ver diez veces Indian Song (1975) y de escribir cartas de amor a su idolatrada escritora. Fruto de esta correspondencia prolongada en el tiempo, ella conoce a su joven admirador del que la separan casi cuarenta años.

El encuentro depara una relación, primero, platónica, de admiración, pero muy pronto comienza la pasión. Hasta ese momento, Andréa solo había sentido atracción sexual por hombres, pero con Duras experimentó tanto la necesidad emocional como la física. La escritora aceptó a su lado a ese “vagabundo moderno”, dispuesto a dejar su casa, sus amigos y su vida para estar junto ella, y comenzó a moldearlo según sus gustos. El joven pensaba, como confiesa en el film, que su vida solo tenía sentido si se expresaba a través de ella y justo como ella quería. Por eso llegó aceptar que le impusiera cómo andar o qué comer, pero también cómo amar y ser amado. Ese proceso de alienación, sus pulsiones homosexuales y la frustración vital, llevaron a Andréa a intentar suicidarse, pero no se llegó a separar de Duras.

Simon trabaja con material real –unas cintas de audio que permanecieron mucho tiempo custodiadas por la hermana del periodista, hasta que finalmente fueron trascritas y vieron la luz– de una manera sobria. Su forma de filmar las largas conversaciones, sin utilizar el plano-contraplano, busca transmitir la sensación de que estamos dentro de la misma habitación donde están teniendo lugar. En este punto la cineasta nacida en Londres, aunque afincada en Francia, demuestra esa capacidad de observación con la que ha desarrollado su estilo con películas basadas en la palabra y en los testimonios, como Primeras soledades (2018). Para este (pacífico) duelo dialéctico cuenta con el buen trabajo de Emmanuelle Devos, como la escritora, y Swann Arlaud, en el papel del amante.

El descubrimiento de esta historia y, sobre todo, del personaje masculino, menos expuesto a la fama que su compañera, junto al dispositivo formal que plantea Simon, se atojan como los puntos fuertes del film. Una obra que, sin llegar a ser fallida del todo, sí está lastrada por el peso de las palabras, que depara como consecuencia una sucesión de (demasiados) temas y derivas, que no llegan a concretarse o lo hacen de una manera que propicia que el espectador, a pesar de la cercanía que propone Simon mediante su puesta en escena, se distancie del tumultuoso universo emocional que significó la relación entre Duras y Andréa.