Mariona Borrull (Documenta Madrid)

En El lenguaje de los nuevos medios, el teórico ruso Lev Manovich aventura que si, en la era moderna, la narración fue privilegiada por la novela y, más adelante, por el cine, la “era del ordenador” no puede pensarse sin su correlato: la base de datos, una red de hipervínculos navegables. Por su parte, el joven cineasta estadounidense Theo Anthony invoca esta “lógica del directorio” cuando, tras las primeras imágenes de su film-ensayo Subject to Review –una secuencia a medio camino entre el riguroso ejercicio de abstracción y la sedosa y melódica obertura operística–, nos desvela, por medio de un leve match cut y un travelling de retroceso, la pantalla en la que se están editando las imágenes del film. Así es como Anthony –que en su nuevo film estudia la aplicación del sistema Hawk Eye, el ojo de halcón, al tenis profesional– nos acerca a su particular ejercicio argumentativo: la suya es una película de estructura abierta, susceptible a ampliar sus fronteras indefinidamente. Ya en la primera secuencia, las imágenes se entrelazan por correspondencias gestuales o conceptuales: los operadores televisivos y los árbitros siguen en paralelo el partido de tenis, mientras el objetivo de las cámaras de la retransmisión se emparenta con las imágenes captadas por los móviles del público. Luego, impulsado por un instinto tan analítico como omnívoro, Anthony (autor de la espléndida Rat Film) nos lleva desde las imágenes de la retransmisión televisiva hasta el simulacro de “pelota” que la inteligencia artificial, el sistema Hawk Eye, fabrica para arbitrar el partido.

En su interés por un tipo de imagen capilar, superficial, Subject to Review convierte cualquier elemento de la representación en un nuevo nodo del que surgen vínculos sorprendentes. Con ello, se dilucida un universo rizomático, de lógica arbórea, en cuyo centro quedará posicionado siempre el “gran hermano” que es Hawk Eye, el ojo que todo lo ve, encargado de validar o anular las jugadas que no llegan a avistar los jueces del partido de tenis. Sin embargo, a pesar de la expansión ad infinitum que promete la película, entre las imágenes aún quedan vacíos imposibles de solventar. Como demuestra Anthony, los ojos de la máquina no lo abarcan todo, solo registran 500 fotogramas por segundo, como máximo. Lo que queda en los intersticios es un territorio desconocido, cercano, pero imposible de capturar: un reino de lo siniestro.

En un momento de la película, Anthony señala que, según la normativa de la Federación Internacional de Tenis, se considera que una pelota puede llegar a botar, al mismo tiempo, dentro y fuera de la línea que demarca el límite del terreno de juego. Estamos ante una ambivalencia irresoluble y, por lo tanto, debe aceptarse, por pura convención, la validez del juicio de Hawk Eye. Aunque, para Anthony, si los dictámenes de la máquina ocultan una ambivalencia existente, y por tanto falsean la realidad, la única verdad a la que podemos aspirar es la duda en sí misma. Una incertidumbre que aflora en los bordes indefinidos de la sombra que Hawk Eye dibuja sobre los terrenos de juego virtuales para marcar el rastro del bote de la pelota. El ordenador podría agrupar la forma del bote mediante píxeles limpios, sin embargo, la renderización difuminada revela la imposibilidad de un conocimiento cerrado, no sujeto a la revisión. Con el traspase de lo nítido a lo difuso, la inteligibilidad del mundo queda indisolublemente ligada a una cuestión fundamentalmente estética.

Plenamente consciente de su propuesta formal y plástica, Subjet to Review puede ser recorrida desde los nodos más reconocibles de la Historia del arte. Anthony filma la pista de tenis, con su verde-azul uniforme, como si fuera un cuadro de Rothko; la expresividad congelada de jugadores y árbitros transitan la frontera entre lo fotográfico y lo pictórico; y, finalmente, el video-arte se cuela en un pasaje de la película que cita la profecía de un rabino del siglo III para insertar en su argumentario una base existencialista. Tirando de este hilo “artístico”, vale la pena rememorar el partido de tenis sin pelota que jugaban un grupo de mimos en el epílogo de Blow Up de Michelangelo Antonioni. Ante esta espeluznante profecía sobre una realidad organizada en torno a resortes invisibles, Subject to Review nos invita a “ver” más allá, vindicando la ambigüedad que subyace tras la ilusoria infalibilidad de ciertas representaciones digitales.

Ver SUBJECT TO REVIEW en Filmin