Manu Yáñez (Festival de Gijón)

Catorce años después de presentar aquí en Gijón su ópera prima, Struggle, la vienesa Ruth Mader regresa al FICX dispuesta a expandir, con Life Guidance, el alcance de su observación crítica del modelo de sociedad de consumo y de la degradación de la Europa del Bienestar. El corazón de ambas propuestas es similar –toman la alienación del individuo como eje temático–, pero su despliegue narrativo y formal es dispar: si en Struggle imperaba un realismo áspero con un trasfondo formalista, en Life Guidance el manierismo devora la representación. Empleando un esteticismo distanciado pero chillón, de encuadres simétricos y geometrías cartesianas, Mader aborda la precaria existencia de una familia de clase alta (aparentemente idílica pero soterradamente miserable) con ánimo feroz. Ante la indignación de la cineasta, no existen las medias tintas: en una función escolar, los niños cantan “creceré más allá de mi potencial”; unos empleados que no rinden suficiente, son enviados a unos talleres de descompresión donde deben hacer macramé y otras manualidades; en su tiempo libre, un padre se entretiene chutando pelotazos sobre el cuerpo de su hijo pequeño (una escena que brutaliza la compulsiva partida solitaria de ping pong de 71 fragmentos de una cronología del azar de Michael Haneke).

El otro elemento clave de Life Guidance es el empleo de un trasfondo distópico que acerca el film a ciertos códigos de la ciencia ficción. Los personajes, que se mueven con ánimo entre robótico y zombi, habitan espacios asépticos y se relacionan mediante expresiones prefabricadas y vaciadas de sentimiento: Un mundo feliz de Huxley transportado a la Austria de un futuro cercano. El armazón estético del film remite al imaginario desangelado y sórdido del cine del griego Yorgos Lanthimos, mientras que el relato exprime el potencial terrorífico de los mecanismos de control del sistema: la voz de un GPS funciona como la de un despiadado dictador, mientras que el protagonista se ve obligado a seguir las directrices de Life Guidance, una corporación que se dedica a devolver a las ovejas negras al redil del sometimiento. El nivel de paranoia en el que se ve sumergido el antihéroe y la idea de la realidad como un simulacro siniestro hace pensar en la obra de Philip K. Dick, aunque la mayoría de giros del film son más previsibles que sorprendentes.

Gélida y monótona, Life Guidance juega deliberadamente al in crescendo tremendista: un suministro regular de imágenes de impacto que alcanza su punto álgido y crítico en unas películas dentro de la película (creadas por la empresa Life Guidance) en las que el protagonista ve representados sus terrores más íntimos. Mader utiliza lo metafílmico para distanciarse de la autoría de este teatro de la crueldad, pero finalmente queda claro que la directora mercadea con la angustia del espectador. A la postre, Life Guidance se presenta como un arma de doble filo: por un lado, se presenta como una obra incómoda; sin embargo, en paralelo, gracias a su controlado distanciamiento y a sus tendencias caricaturescas, le ofrece al espectador un refugio para la conciencia, no sea que se alarme demasiado. Por último, señalar que sorprende la selección de este film en la hasta el momento impecable Sección Oficial del 55º Festival de Gijón: un guiño innecesario a los principios de sordidez y crueldad que imperan en el cine de autor contemporáneo.