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KOMMUNISTEN. Jean-Marie Straub. 70 minutos. Francia/Suiza (2014).

Decía el gran crítico Gilberto Pérez sobre el cine de los Straub, en su magno libro El fantasma material, que “cada libro, cada película, cada objeto que nos llega de un pasado remoto o cercano puede ser concebido como un documento de su propio tiempo. Las películas de Straub y Huillet están realizadas conscientemente como documentos de su tiempo y establecen un cierto diálogo con documentos de otros tiempos, por ejemplo las épocas de César o de Brecht, que a su vez constituye un diálogo con el porvenir, el tiempo en el cual los espectadores estarán viendo ese film”. Es quizás en estas coordenadas simbólicas en las que conviene situarse para aproximarse a Kommunisten, una pieza fílmica inactual y vital de 70 minutos a contrapelo de todo el cine contemporáneo, dividida en 7 segmentos aparentemente autónomos pero secretamente urdidos para hacer frente al embrutecimiento general. Straub identifica el núcleo del malestar de época con prístina clarividencia cuando hace que uno de los lectores que aparecen en el film ejercite una exégesis crítica del concepto de nazismo y asocie el fascismo a otras experiencias históricas que tuvieron lugar después de 1945. He aquí el punto de vista que articula la totalidad de la película y resignifica el poema de Hölderin leído en el final, los extensos paneos sobre la campiña italiana en donde hubo una masacre, el plano general fijo de una fábrica en Egipto que reenvía la imagen a la revolución de 1919 e incluso el drama amoroso (y filosófico) que ocupa un tiempo considerable, secuencias cuya procedencia son otros films de los Straub.

La novedad estriba en el inicio. A propósito de La época del desprecio, una novela de André Malraux, Straub escenifica un interrogatorio a dos comunistas que han sido detenidos. La fuerza moral de los prisioneros es evidente y contrasta con el goce perverso del tono de voz de quien interroga y pide datos. Los silencios y el fundido a negro de la secuencia intensifica la experiencia de cautiverio, y este terror inicial reverberará dialécticamente en el misticismo materialista del final, fantasía de conjura acerca de un mundo sumido en el horror. Roger Koza (Con los ojos abiertos).

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OLMO & THE SEAGULL. Petra Costa, Lea Glob. 87 minutos. Dinamarca/Francia/Portugal/Brasil/Suecia (2015). Con Olivia Corsini, Serge Nicolai.

Una directora brasileña (Costa) y otra danesa (Glob) filmaron en París una película sobre un matrimonio de actores (el francés Serge Nicolaï y la italiana Olivia Corsini) que está a punto de iniciar una gira mundial con una representación de La gaviota, de Chéjov, cuando descubre que ella está embarazada. No sólo eso: una pérdida producto de los exigentes ensayos la obliga a abandonar la compañía y pasar todo el período de gestación haciendo reposo en su apartamento.

La película toma algunos elementos reales y otros recreados para componer un sorprendente cóctel de documental y ficción que expone con crudeza, pero también con sensibilidad, el enorme sacrificio que hace Olivia –encerrada en su creciente frustración y sus ataques de angustia– frente a un compañero que, más allá de ayudarla en lo que puede, continúa con su vida artístico-laboral habitual.

Pocas veces la complejidad del embarazo fue retratada en toda su dimensión, sin golpes bajos ni manipulaciones emocionales, como lo hacen Costa y Glob en un film que por momentos puede irritar porque no es demagógico ni complaciente, pero que va a las profundidades de la intimidad femenina con decisión e inteligencia. Una película notable (en el trabajo de cámara, en las sutilezas de las actuaciones) que no encontró en el pasado Festival de Locarno la repercusión que merecía. Diego Batlle

the event

THE EVENT. Sergei Loznitsa. 72 minutos. Holanda/Bélgica (2015).

Un cuarto de siglo después de la desintegración de la URSS, el cineasta ucraniano Sergei Loznitsa revisa un episodio histórico que, ocurrido cuatro meses antes de la caída del sistema soviético, contribuyó indirectamente a su disolución en diciembre de 1991. The Event (Sobytie), presentada Fuera de Competición en el pasado Festival de Venecia, es una recopilación de imágenes de archivo sobre los tres días que sucedieron al golpe de estado fallido de agosto de 1991, que pretendía devolver el orden y la firmeza comunista al nuevo gobierno de Boris Yeltsin. Curiosamente, Loznitsa descarta documentar el intento de la toma de poder en Moscú y se centra en las protestas que provocó este suceso lejano en San Petersburgo, por aquel entonces, Leningrado.

Casi todas las secuencias de The Event son tomas realizadas en la Plaza del Palacio de San Petersburgo durante una protesta. Tal como ocurría con los manifestantes ucranianos de Maidan, la anterior película de Loznitsa, los inconformistas ciudadanos de San Petersburgo cambiaron el curso de la Historia. En este sentido, Loznitsa fuerza al espectador a preguntarse por el verdadero “evento” que alteró el destino de los habitantes de la URSS. ¿Fue el fracaso de aquel golpe de estado el detonante del colapso de la Unión Soviética? ¿O quizá los fueron las concentraciones multitudinarias donde el gentío habló, por primera vez, tras veinte años de silencio?

Loznitsa sugiere una nueva lectura de los acontecimientos, siempre con la distancia apropiada, sin manipulación. La única intrusión que se permite Loznitsa (más allá del trabajo de ensamblaje de las imágenes) es la inclusión de El canto de los cisnes, que musicaliza unas imágenes que, a la manera de la vieja escuela soviética, están filmadas con una impecable cámara en mano. La elección de la pieza de Tchaikovski no debe interpretarse como un mero añadido decorativo. Mientras las imágenes de archivo representan la memoria visual, la música escogida es también una reminiscencia: durante aquellos tres días de huelga, las televisiones sólo emitía reposiciones de El canto de los cisnes para mantener desinformada a la población. Carlota Moseguí

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IEC LONG. João Pedro Rodrigues, João Rui Guerra da Mata. 31 minutos. Portugal (2014).

Rodrigues y Rui Guerra vuelven a los escenarios de The Last Time I Saw Macao, pero en esta ocasión ni imaginan lúdicamente el Apocalipsis ni tampoco están decididos a reinventar el film noir; simplemente regresan a este querido territorio que los obsesiona para filmar ruinas y fantasmas. En 30 minutos, los cineastas portugueses desempolvan la existencia de una fábrica de fuegos artificiales llamada Iec Long, fundada en 1923 en la isla de Taipa, en Macao, y así reviven una experiencia colectiva de trabajo en la que los niños podían ser operarios. El empeño de los directores no pasa por dar a conocer una hipotética historia de explotación, pues las coordenadas simbólicas indican cierta conformidad respecto del trabajo infantil, sino más bien por visualizar una transformación de las formas de trabajo y la contundencia del olvido social.

Los procedimientos poéticos puestos en juego trazan una yuxtaposición de tiempos: los planos fijos sobre el presente de la fábrica devenida en escombros, en los que se pueden observar objetos y signos esparcidos por distintas habitaciones que remiten a una época de esplendor, dialogan con algunas miniaturas de sectores de la fábrica (que evocan los viejos tiempos de prosperidad), materiales de archivo y fotografías que confirman una actividad implacable y sin descanso. A su vez, Teng Man Cheang, el único cuidador del lugar, quien empezó a trabajar a los 8 años en la fábrica y que apenas se lo ve, presta su voz, y lo que dice es tan importante como el sonido mismo de su voz; su presencia, además, encuentra un contrapunto conmovedor en las misteriosas apariciones de unos niños que solamente miran a cámara, acaso los espectros de tantos operarios que entregaron su niñez y que aún deambulan por esos pasillos y construcciones a los que se les ha decretado su inutilidad eterna. El poder de esos planos hermosos en blanco y negro y con profundidad de campo no es inferior al de algunos versos sueltos que, poéticamente, ayudan a constituir este asombroso palimpsesto de imágenes y sonidos. Roger Koza (Con los ojos abiertos).

the sky trembles and the earth is afraid and the two eyes are not brothers - 2

THE SKY TREMBLES AND THE EARTH IS AFRAID AND THE TWO EYES ARE NOT BROTHERS. Ben Rivers. 100 minutos. Reino Unido (2015). Con Oliver Laxe.

El osado Ben Rivers regresó este año a la Sección Oficial del Festival de Locarno (años atrás presentó A Spell to Ward Off the Darkness) con la película más narrativa de su filmografía. The Sky Trembles and the Earth Is Afraid and the Two Eyes Are Not Brothers es un homenaje al escritor y ensayista Paul Bowles a partir de la puesta en escena de dos de sus relatos. Por un lado, el film arranca con la lectura dramática de los primeros versos del cuento He of the Assembly: una fábula onírica de la que emergerá el título del largometraje. Sin embargo, la verdadero eje narrativo del último proyecto de Rivers es A Distant Episode. Esta ficción publicada en 1947 narra la fallida odisea de un docto profesor de lingüística que viaja en busca de un amigo desaparecido en tierras marroquíes inexploradas. La desesperación del catedrático lo conduce hasta una tribu Reguibat, donde será convertido en un esclavo que bailará día y noche, vestido con un pesado atuendo metálico.

Esta fábula sobre la deshumanización de un intelectual introduce muy pocas variaciones respecto al original literario; una de ellas es la caracterización del protagonista: en la película, no es un especialista en lengua árabe, sino un cineasta –concretamente, Oliver Laxe, interpretándose a sí mismo, sumergido en un rodaje duro y alucinógeno, recreación de lo que pudo ser el set de Las mimosas (su próxima película, filmada en las montañas del Atlas)–. Por primera vez, Rivers construye una obra limítrofe entre lo estrictamente narrativo y la experimentación formal, que brota sobre todo de la magia del 16mm. El resultado es un viaje narcótico, macabro y espiritista que documenta la vida urbana en Marruecos y los crueles ritos ancestrales de los nómadas. Carlota Moseguí