Página web del Festival de Sevilla.

TALLER CAPUCHOC, Carlo Padial. 84 min. España (2014). Con Miguel Noguera, Xavi Daura, Raquel Salvador, Josep Seguí. Focus Europa: Contra-Comedia

No resulta fácil ser sintético al pensar y escribir sobre Taller Capuchoc, el nuevo atentado metacinematográfico de Carlo Padial. Con sus loops narrativos, sus reflujos oníricos y su principio de dispersión, esta incendiaria tragicomedia surrealista formula una extraña teoría del caos en la que la forma parece boicotear al contenido. El experimento no sorprenderá a los afortunados conocedores de Mi loco Erasmus, la anterior película de Padial: auténtico film-manifiesto sobre el desconcierto que impera en la vanguardia del audiovisual contemporáneo. En Taller Capuchoc, satirizando las neurosis de un escritor (interpretado por Miguel Noguera) y las miserias del gremio literario, Padial vuelve a desplegar una serie de pautas de la modernidad fílmica –la autorreflexividad, la fragmentación, la figura del proyecto fracasado, la incontinencia intertextual– y las pone a deambulan entre el vacío posmoderno y la angustia existencialista. Puede que el andamiaje literario de la película se imponga a la iconoclasia fílmica –las referencias a Borges, Cortazar o Kafka cuajan mejor que el delirio audiovisual–, pero aún así la senda abierta por Mi loco Erasmus sigue viva en este nuevo himno al low-cost. Manu Yáñez

darnier_coup

LE DERNIER COUP DE MARTEAU. Alix Delaporte. 82 minutos. Francia (2014). Con Romain Paul, Clotilde Hesme, Grégory Gadebois, Candela Peña, Tristán Ulloa. Europa Junior

En una de las varias escenas de Le dernier coup de marteau que muestran ensayos musicales, el director de orquesta fracasa repetidamente en su intento de conseguir que el grupo toque con mayor suavidad una pieza de Mahler. La escena, que podría parecer casual, revela rápidamente su sentido metafórico: exponer la turbación interna de un hombre (Grégory Gadebois) que no sabe cómo encarar la tensa relación con un hijo (Romain Paul) al que acaba de conocer, cuando el chaval ya está entrando en la primera adolescencia. La película, dirigida por la realizadora francesa Alix Delaporte, pretende capturar de forma sensible y respetuosa la difícil realidad de un chico que vive en una autocaravana junto a su madre enferma de cáncer (Clotilde Hesme). Sin embargo, la buscada transparencia del film se ve trastocada por una cierta sobredosis de metáforas visuales y narrativas. A un nivel formal, Delaporte parece situarse entre el neo-neorrealismo de los hermanos Dardenne y el plácido naturalismo de Mia Hansen-Løve, aunque sus ganas conducir emocionalmente al espectador sobrepasan capacidad para alimentar el halo misterioso del relato. Manu Yáñez

mr-turner

MR. TURNER. Mike Leigh. 144 minutos. Reino Unido, Francia, Alemania (2014). Con Timothy Spall, Paul Jesson, Dorothy Atkinson. Homenaje Timothy Spall.

Conocido por su habilidad para enhebrar dramas realistas, la especialidad de Mike Leigh son los conocidos como “filmes de personajes”, que él consigue acomodar en un punto equidistante entre una ironía próxima al sarcasmo y un compromiso emocional con sus criaturas. En este sentido, cabe preguntarse si la personalidad fílmica de Leigh era la más apropiada para abordar, en toda su plenitud y complejidad, la vida y la obra del pintor británico J.M.W. Turner. La primera mitad de la ecuación, la que hace referencia a la vida, queda perfectamente cubierta por el interés principal del director de Secretos y mentiras, que dedica el grueso de Mr. Turner a intentar comprender las relaciones que establece el pintor –interpretado por un gruñón Timothy Spall– con su querido padre, su ultrajada exmujer, su devota sirvienta, sus compañeros de círculo artístico y su nuevo amor. Una tupida red de satélites que orbitan alrededor de un personaje que vive sumido en un misterioso –y felizmente nunca esclarecido– estado de soledad casi crónica.

El problema de Mr. Turner se halla en la otra mitad de la ecuación, la que hace referencia al estudio de la obra del pintor londinense. La primera inmersión que nos ofrece Leigh en alguna obra específica de Turner llega en una discusión sobre el lienzo “Aníbal cruzando los Alpes”; una escena que tiene como punto álgido la revelación, por parte del padre del protagonista, del elefante que yace escondido en las profundidades del cuadro. Una simple curiosidad. En otra escenas, Turner afirma que “el color es contradictorio”, algo “sublime y paradójico”, una idea que no termina de cuajar en las imágenes. Y, luego, el espectador puede intuir que la caída en desgracia del artista llega con su apuesta por una abstracción pictórica radical. Puede que Leigh aspire a reflexionar sobre el arte de Turner de forma sutiles –la fotografía de Dick Pope es rica en contraluces y texturas–, sin embargo es más probable que su personalidad como director no le predisponga a adentrarse de lleno en el arte del conocido como “el pintor de la luz”. Manu Yáñez