Página web del Festival de Ourense (20-27 de octubre).

BARONESA. Juliana Antunes. 73 minutos. Brasil (2017).

“Baronesa” es el nombre de una favela a la que la protagonista del filme desea mudarse, una que aparentemente es más tranquila y menos violenta que aquella en la que vive. Lo que muestra Juliana Antunes –joven realizadora de Belo Horizonte– es la intimidad cotidiana de esta mujer, sus amigos y familia. El contexto queda fuera de campo. No hace falta verlo. Esos pocos metros cuadrados en los que los protagonistas parecen moverse contienen un mundo. Si bien hay ciertos momentos que parecen dramatizados, la película jamás pierde su lógica testimonial, su recorrido, su verdad. Es un film honesto, que se acerca a sus protagonistas de una manera relativamente similar a la que lo hacía Pedro Costa en sus primeras películas ambientadas en Fontainhas. Pero a diferencia de los filmes del portugués, los personajes de Baronesa, pese a que tienen motivos suficientes para vivir en la más lúgubre tristeza y oscuridad, se dan tiempo para reír, bailar y cantar mientras habitan lo que parece ser la trinchera de una batalla.

Baronesa podría haber sido, en otras manos, una película cruel, exótica, condescendiente o paternalista. Pero Antunes mantiene la cámara en los cuerpos, los rostros y las miradas de los protagonistas, raramente tomándolos en planos generales. Está todo allí, en ese encierro del que desean liberarse, pero que también los constituye, con sus momentos de humor (animales sueltos, baldazos de agua fría para tolerar el calor, juegos familiares) y otros más dramáticos, casi todos ellos felizmente fuera de campo. Sentimos y sufrimos las consecuencias, pero la debutante directora tiene la inteligencia de alejarnos del morbo televisivo, de la explotación. Diego Lerer

MI ÚLTIMO FRACASO. Cecilia Kang. 63 minutos. Argentina (2016).

Ante el incontestable vigor del cine coreano, resulta difícil no sentir una cierta atracción por esa cultura lejana, con sus expresiones artísticas (como el k-pop), sus costumbres, su gastronomía, su idiosincracia. Este preámbulo viene a cuento de esta película de Cecilia Kang, una joven directora coreano-argentina que filma un documental sobre una profesora de artes plásticas, pero también sobre las distintas generaciones de su familia (la abuela, la madre, su hermana) y sus amigas tanto argentinas como coreanas. Hay un viaje inicial a Corea y varias escenas rodadas en, por ejemplo, restaurantes porteños a los que concurren los vecinos de la comunidad local de ese origen.

La película es sencilla y querible, los personajes son en su mayoría entrañables (aunque tampoco demasiado simpáticos o seductores) y esta mirada de y sobre mujeres se sigue con interés, aunque la (no) estructura, la sensación de deriva no siempre ayuda a sumergirse más de lleno, desde un lugar más emotivo, en las vivencias de los personajes retratados. Así, somos observadores a distancia de un mundo ajeno y por momentos fascinante. Diego Batlle

LOS GLOBOS. Mariano González. 65 minutos. Argentina (2016). Con Mariano González, Alfonso González Lesca, Juan Martín Viale.

El cine ha tematizado el vínculo padre-hijo en incontables ocasiones. Lo que tiene de particular Los globos no es entonces su conflicto principal, sino la forma visceral en la que se aproxima a la relación entre César, el protagonista (el también realizador y guionista Mariano González), y ese pequeño del cual debe hacerse cargo después de la inesperada muerte de la madre. El pasado de César es una incógnita, pero las consecuencias están a la vista. Su rutina está integrada por un trabajo en una desvencijada fábrica de globos del conurbano bonaerense, clases de crossfit y algunos encuentros casuales con mujeres.

En ese contexto reaparece su ex suegro para imponerle el cuidado de su pequeño hijo Alfonso, a quien no ve desde hace años y prácticamente no conoce. A duras penas puede hacerse cargo de él, tanto emocional como económicamente. Ante ese panorama, y con la ayuda de la empleada de un bar, toma una decisión que le traerá consecuencias irreparables. Las dudas, los temores y la inseguridad ante dicha decisión configuran los ejes principales sobre los que se asienta este relato tan íntimo como desesperante. González le imprime a su ópera prima un tono seco, por momentos de un realismo suburbial crudo y descarnado, siempre misterioso, igual que los procesos internos de este hombre en pleno enfrentamiento con el desafío más grande de su vida. Ezequiel Boetti

OUT THERE. Takehiro Ito. 142 minutos. Japón, Taiwán (2016). Con Chun Chih Ma.

Exhibida en el FIDMarseille y en la sección Bright Future del Festival de Rotterdam, esta ópera prima combina ficción, documental, ensayo personal, cine dentro del cine, imágenes en blanco y en color, fílmico y digital, pantalla ancha y formato estrecho, y escenas intercaladas que transcurren entre Japón y Taiwán. El resultado de estas casi dos horas y media es parcialmente interesante porque la deriva, los puntos muertos, el constante pendular y ese tiempo suspendido la convierten en una experiencia que va de lo fascinante a lo inexpugnable y agotador.

Un director en crisis, un actor en crisis, un proyecto de película en crisis, un país (dos países) en crisis. El cuestionamiento está presente en todo momento en una historia que habla de una crisis que es sobre todo de identidad, pero también artística e íntima. Un intérprete nacido en Taipei que deambula en patines por las calles de Tokio, un realizador que busca su elenco y sigue las huellas del mítico Edward Yang y una tenue historia de amor se combinan para un film que transmite (y parece compartir) el desconcierto de sus personajes. Diego Batlle