Esta es una de sus pocas películas de Rouch filmadas en Europa, en la que sin embargo, trata a los ciudadanos europeos como si fueran extraños a los que tratar de entender. Filmada en blanco y negro, y dirigida junto con Edgar Morin, la película parte de un experimento: tratar de comprender cómo viven los parisinos, al tiempo que se reflexiona sobre el proceso de construcción de la propia película, en un gesto propiamente del cinema vérité. En palabras de Josep María Catalá: “Edgar Morin y Jean Rouch, en Crónica de un verano (1961), se dedican a preguntarle a la gente si son felices porque intuyen que las respuestas permitirán entrever, como en una ecografia, la forma difusa de la realidad en la que los individuos están inmersos. No es de extrañar que estos documentalistas den a continuación el inevitable paso hacia el documental auto-reflexivo y muestren a sus sujetos las propias imágenes de sus entrevistas en un gesto postrero por hacer surgir esa realidad global que se ha desvanecido, que ha traspasado la frontera de lo fotográfico para situarse en un territorio que está más allá de esa demarcación”. Gonzalo de Pedro Amatria

Ver Crónica de un verano en FILMIN