Página web del Atlántida Film Fest.

Presentación de la programación del festival de FILMIN.

BETWEEN FENCES. Avi Mograbi. 85 minutos. Israel, Francia (2016). Documental.

La deportación de refugiados desde países de Europa a suelo turco no es la única medida descabellada que se ha tomado recientemente para hacer frente a las olas masivas de inmigrantes. En la sección Forum de la pasada edición de la Berlinale se presentaron dos documentales cuyos autores denunciaban la resolución de sus países para deshacerse de los refugiados. Nos referimos a dos de los mejores películas de no ficción de este año: Ta’ang de Wang Bing –sobre el trato de los exiliados birmanos en China– y Bewteen Fences del israelí Avi Mograbi. Entre los ejemplos citados, el caso del Estado de Israel puede que sea el que arremete con mayor crueldad contra los derechos humanos de dichas personas, con total impunidad legal. Pues, según ilustra el nuevo film del autor de Z32, los africanos que buscan asilo político en Israel son recluidos en una prisión construida en el desierto de Néguev. Sin haber cometido delito alguno en su país de acogida, los exiliados son considerados peligrosos y, por consiguiente, persona non grata para Israel. Sin embargo, no todos los israelitas están de acuerdo con este remedio inhumano. En Between Fences, Mograbi se acerca al centro penitenciario para fundar un club de teatro donde los refugiados podrán expresar corporalmente su frustración, junto a otros ciudadanos de Israel que respaldan su causa. El documental recopila imágenes de dichas clases con reflexiones del autor en las que arremete contra su gobierno. ¿Cómo un país que ha sufrido el exterminio nazi puede construir campos de concentración para los extranjeros?, se pregunta Mograbi. Carlota Moseguí

1 BAKUR

BAKUR. Çayan Demirel, Ertuğrul Mavioğlu. 92 minutos. Turquía (2015). Documental.

Hace poco más de un año, la imagen de unas guerrilleras kurdas entrando en Kobane y ganando la batalla contra el Estado Islámico abrió varios informativos. La fuerza de aquel icono era incuestionable: la mujer no aparecía como una figura al servicio del hombre ni tampoco como una de sus víctimas, sino como una entidad liberada y liberadora en sí misma. En el documental Bakur no mencionan este hecho en concreto pero la película de algún modo complementa y completa aquellas imágenes. Çayan Demirel y Ertuğrul Mavioğlu realizan una completa panorámica de la vida en las milicias del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) y, si bien el objetivo del film es más ilustrativo que discursivo –no existe una mirada externa a la de los miembros de la guerrilla–, ese tercio integrado por mujeres tiene la voz más tajante ante las cámaras. Los propios dirigentes indican que el objetivo de su lucha no pasa únicamente por la creación de una confederación democrática donde coexistan los cuatro estados kurdos, sino también por la construcción de una cultura donde las estructuras mentales arcaicas dejen paso al progreso. En este sentido, una de las ideas que guiará el documental es aquella que indica que los oprimidos originarios no son los esclavos, sino las propias mujeres, ya que con su emancipación, al acabar con el patriarcado, agitan la lucha que acabará también con la esclavitud a la que el pueblo kurdo se ha enfrentado a lo largo de su historia. Al mismo tiempo, Bakur es un documental sobre el dolor que causa abandonar la propia nación –o, al menos, la idea de esa nación– y la incertidumbre del guerrillero nómada que sabe que ha perdido en parte el control de sus propias montañas. La película no habla de los refugiados en sí, pero es difícil no leer sus testimonios bajo la luz de quien sabe que su tierra ya es otra porque el remite de las cartas de sus familiares está en un sitio muy alejado. Endika Rey

Lampedusa-in-winter

LAMPEDUSA IN WINTER. Jakob Brossmann. 93 minutos. Austria, Italia, Suiza (2015). Documental.

Meses antes de que Gianfranco Rosi obtuviera el Oso de Oro en la Berlinale con la capciosa Fire at Sea, se presentaron otras dos docuficciones sobre la isla italiana de Lampedusa que señalan una conexión entre la alienación de los nativos y el flujo de inmigrantes que recibe el territorio a diario, sobre todo en invierno. La falta de escrúpulos de Rosi –que no tiene inconveniente en filmar cadáveres de africanos ahogados para dotar de mayor realismo su ficción– resulta todavía más censurable si el espectador conoce los largometrajes precedentes –Lampedusa de Peter Schreiner y Lampedusa in Winter de Jakob Brossman–, que abordan tanto la llegada de refugiados a la isla siciliana como la debacle de Europa con inestimable honestidad. Estrenada en la Semana de la Crítica de Locarno, Lampedusa in Winter da comienzo el último día del verano. Cuando la isla se vacía de turistas, surgen los verdaderos problemas: otros forasteros –con menos dinero– están llegando en masa al islote. No obstante, la ola migratoria no es el único conflicto que enfrentan los lampedusanos. El ferry que conecta la isla con la península está fuera de servicio tras haberse incendiado. Sin suministros de alimentos, medicinas, ni la posibilidad de exportar pescado, Lampedusa está al borde del colapso. El segundo film de Jakob Brossmann alterna escenas de las manifestaciones de los nativos, que jamás llegarán a los oídos del Gobierno Italiano, con otro tipo de protestas: las de los inmigrantes transportados de vuelta a su país, o malviviendo en una iglesia que días atrás era fotografiada por turistas. Lampedusa in Winter no sólo muestra la anarquía de la isla durante el invierno. La película es una denuncia de la disfuncionalidad de Europa durante las cuatro estaciones del año. Carlota Moseguí

Mediterranea

MEDITERRANEA. Jonas Carpignano. 107 minutos. Italia, Francia, Estados Unidos, Alemania, Qatar (2015). Con Koudous Seihon, Alassane Sy.

En enero del año 2010, el municipio italiano de Roserno fue protagonista de una de las mayores muestras de racismo del país transalpino. Los jóvenes calabreses, hartos de contemplar las olas de refugiados que recibía el pueblo, atacaron a los inmigrantes sin papeles causando decenas de muertos. El incidente se complicó pocos días después, cuando los extranjeros decidieron tomar la justicia por su mano, y revelarse contra la mentalidad xenófoba del país que les había acogido, causando destrozos en la localidad. El cineasta italoamericano Jonas Carpignano denunció dicho suceso en su cortometraje documental A Chjàna, premiado en el Festival de Venecia. Cinco años después, Carpignano ha reproducido los mismos acontecimientos en su primera ficción, Mediterranea. Su ópera prima, presentada en la Semana de la Crítica de Cannes, es una suerte de biografía semi-ficcionada de dos burkineses que sobrevivieron a los altercados de Roserno, y que Carpignano conoció cuando se trasladó a la pequeña aldea para realizar A Chjàna. Asimismo, la trama de Mediterranea se divide en tres partes. La primera es una crónica detallada del viaje que emprenden los protagonistas –atravesando un desierto repleto de bandidos y el océano en una lancha neumática– para llegar a la Italia prometida. El segundo capítulo ilustra el trato discriminatorio que reciben desde el momento en que llegan a la localidad calabresa, y, finalmente, el tercero corresponde a la reproducción sangrienta de los altercados de Roserno. A ritmo de una banda sonora de Taylor Swift y Rihanna –cuyas letras apuntan al deseo de ser amado en las peores circunstancias, como oiremos en el célebre verso de la artista de Barbados “We found love in a hopeless place” (“Encontramos el amor en un lugar desesperanzador”)– Mediterranea sortea los tópicos de las ficciones sobre inmigración para tratar un único tema: la progresiva asimilación de no ser aceptado por el estigma de la xenofobia. Carlota Moseguí