Junto a El intendente Sansho, esta película corona la trayectoria de Kenji Mizoguchi, una de las figuras esenciales del clasicismo japonés, el gran exponente del particular estilo de filmar que se promovía desde el estudio Nikkatsu: una preferencia por el uso del plano secuencia que conectaría con la idea baziniana del realismo cinematográfico. Con sus elegantes, parsimoniosos y coreografiados movimientos de cámara, Mizoguchi retrato un universo de penuria social y corrupción moral, un mundo en el que las mujeres terminaban pagando por los pecados de los hombres. Cuentos de la luna pálida es una película sobre la avaricia del ser humano confeccionada según los códigos del Kwaidan, las historias japonesas de fantasmas. Mizoguchi pasea su cámara entre seres humanos y espectros convirtiendo los espacios en sombra en fronteras intangibles entre la vida y la muerte. Un auténtico prodigio escénico que le sirvió para vehicular un hermoso y conmovedor testimonio sobre la resistencia estoica ante la injusticia y la fatalidad. MY

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