Este documental tiene a David Lynch no sólo como protagonista (obvio) sino también como único narrador. Y eso es una excelente noticia, ya que el director de Bue Velvet (Terciopelo azul) es un excelente contador de anécdotas, dueño de una memoria prodigiosa capaz de recordar incluso detalles insólitos de su primera infancia. La película se desarrolla principalmente en el taller personal de Lynch en Los Angeles, donde lo veremos dibujar, pintar y esculpir sus obras. Mientras los directores filman a Lynch en la cotidianeidad laboral, en off escuchamos al realizador de Corazón salvaje recordando y reconstruyendo su vida: su familia católica, el terror de su padre antes sus creaciones artísticas (“nunca tengas hijos”, le decía), su odio hacia todo tipo de escolarización, su vida bohemia, su amistad con el diseñador Jack Fisk, su pasión por el cómic, la música y lo fantástico. La película, rodada durante tres años, llega hasta los primeros trabajos amateurs del cineasta, sus escarceos con la animación y el surrealismo, y su debut con Eraserhead (Cabeza borradora). Sin embargo, en la forma en que el artista abre su hogar y su corazón, queda expuesto todo el (oscuro) universo personal que luego desarrollaría en cada uno de sus largometrajes. Diego Batlle

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