En Diamond Flash, Carlos Vermut recorre tanto los límites del producto industrial (se trata de una película realizada con un presupuesto de tan sólo 20.000 euros, intérpretes desconocidos, con un hombre orquestra encargado de dirigir, montar, escribir, fotografiar y producir, y que se lanzó al mercado sobre todo vía streaming) como las fronteras de la ortodoxia narrativa. Estamos ante una película donde todo gira alrededor del súper héroe que da título a la película, pero donde el héroe en sí es una mera excusa para conocer sus circunstancias: la de la esposa maltratada ignorante de su verdadera identidad, la de una villana solitaria incapaz de tener una cita, la de dos chicas esbirros de ésta que se plantean su propia relación de amor en el contexto de un secuestro, la de la trastornada madre de la niña secuestrada, etc. El plano general de Diamond Flash está hecho de retazos de todas aquellas mujeres que giran alrededor de las circunstancias del héroe, pero el primer plano obvia al mismo y lo trata únicamente como contexto. Endika Rey

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