Producida por el austriaco Ulrich Seidl (Safari, En el sótano), la película más loca de la anterior edición de la Berlinale es una comedia muda, filmada en Super-8, sobre un apocalipsis zombi liderado por nazis que fueron enterrados cerca de un resort vacacional en la paradisíaca región austríaca de Estiria. El debut cinematográfico de los artistas Kelly Copper y Pavol Liska (fundadores de la compañía de teatro neoyorquina Nature Theater of Oklahoma) invita a reflexionar sobre el auge de la xenofobia y el racismo en Austria, así como su pasado simpatizante con el nazismo, mediante un humor macabro y pura incorrección política.

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