Otra película de Agnès Varda en la que demuestra cómo entendió, mucho antes que muchos otros cineastas, que el documental era una cuestión de punto de vista sobre el mundo, y no tanto un proyecto científico de retrato objetivo. Esta película, otra de tantas de la cineasta francesa olvidada durante años, juega desde el mismo título entre la idea de documentar y mentiroso (menteur en francés) creando el término “docu-mentiroso” para titular una película en la que el propio hijo de Varda interpreta al hijo de una divorciada en Los Ángeles. Realizada justo tras Mur Murs, la película dialoga con aquella, sobreponiendo ideas, imágenes, temas y generando ecos entre los dos títulos. Planteada como una ficción a pequeña escala, retrato de la soledad urbana, funciona como un contraplano, o “sombra”, como dijo la propia Varda, de la luminosidad exterior del Los Angeles retratado en Mur Murs. GdPA

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