La carrera de Herk Harvey está marcada por la trascendencia (que no el éxito comercial) de su primera y única película. Aunque luego desarrolló una amplia carrera como cortometrajista, director de documentales y realizador televisivo, Harvey ha pasado a la historia del cine porque directores como el recientemente fallecido George A. Romero o David Lynch defienden su obra como una de sus grandes influencias. Es decir, es un referente tanto para el terror de autor como para el cine de autor que se acerca al universo del terror. Se trata de una película de serie B, condición que defiende con orgullo, en el sentido de que es una producción pequeña, de vocación netamente artesanal, y que basa su sugestión en un guión perfectamente armado y diseñado. Tras un accidente de coche, una joven, a la que prácticamente se le ha dado por muerta, regresa a la vida para encontrarse con el terror representado de una forma cotidiana, sin aspavientos, sin grandes efectos, ni monstruos aparentes. Buena parte del terror psicológico establecido ya como género autónomo a partir de los setenta bebe de esta inagotable fuente de misterios. Fernando Bernal

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