Tal como comenta la teórica Laura Mulvey, el cine es un arte eminentemente voyeurista, y este fetichismo de la mirada va ligado inevitablemente a un poder (en este caso, de género). Mulvey identifica en una cierta tradición cinematográfica dos roles distintos relacionados con el poder que va ligado a esa mirada. Por un lado, los observadores/fuerzas activas; por otro, los observados/pasivos. En El desconocido del lago, Alain Guiraudie (Rester vertical) estructura gran parte de lo que se desarrolla alrededor de estas dos posiciones: el deseo de quien mira hacia el sujeto observado y, evidentemente, una fuerte carga de poder sexual, tanto de forma implícita a través de las miradas, o explícitamente, dada la localización del film -un lago nudista, meca de cruising– y la naturaleza de las  relaciones entre los personajes. Franck, que pasa tiempo alrededor del lago con su amigo Henri, es seducido por un misterioso Michel, quien a medida que vaya transcurriendo el film, se irá tornando cada vez más oscuro y amenazador. Júlia Gaitano

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