Manu Yáñez

En la web del proyecto Casa de Lava, el encuentro fílmico fundado por Valen Vía se presenta como una experiencia “a campo abierto, en una colectividad que se sienta a observar y a pensarlo todo”. Así, la misión del encuentro, que se celebra en el Mas Maurici de Reus (Tarragona), sería “rebuscar en los pliegues del cine de no ficción contemporáneo para examinar, imaginar y reconstruir el paisaje y quiénes lo habitan”. Casa de Lava celebró su primera edición en el mes de agosto de 2020 y prepara una segunda edición para el próximo verano. Aquí, entrevistamos al fundador del proyecto, Valen Vía, egresado del posgrado en Comisariado de la escuela donostiarra Elías Querejeta Zine Eskola. 

En el texto introductorio del proyecto Casa de Lava se hace referencia a la posibilidad de crear un vínculo entre la permacultura y el cine. ¿Cómo ideaste este encuentro y cómo tomó forma?

La idea de hablar de permacultura responde al hecho de que la agricultura es la actividad básica de la zona en la que se establece Casa de Lava, en Reus, cerca de Tarragona. La agricultura es también la actividad principal de mi familia. La permacultura aborda la actividad económica agrícola desde un respeto por los ciclos de la naturaleza, al margen de la explotación agresiva de los recursos naturales. Mi deseo era poder implementar un encuentro fílmico abrazando este respeto por la naturaleza. De cara a próximas ediciones, la idea sería poder aprovechar los recursos de los huertos que tenemos cercanos, generando la mínima cantidad de residuos posible.

¿Se estableció alguna relación entre este respeto por la naturaleza y el tipo de películas y charlas que se realizaron en la primera edición de Casa de Lava?

La idea era que las prácticas cinematográficas convocadas tuviesen ese tipo de filosofía respetuosa con el entorno y los materiales. En ese sentido, tenía mucho sentido proyectar la película de Lluís Escartín Hasta que las Nubes nos unan, Guardiola – Diola, por su exploración del mundo agrícola desde diferentes perspectivas. Tanto en el trabajo con la abstracción sonora de Adriana Vila Guevara y Albert Alcoz como en otras piezas proyectadas, siempre de noche, buscábamos establecer un diálogo entre la creación y el espacio de la naturaleza. Proyectamos las películas en un campo al aire libre en el que no se cultiva. Era interesante ver cómo los sonidos del campo se relacionaban con las películas proyectadas. Nuestra intención es que, en futuras ediciones, podamos proyectar películas en formato analógico para enriquecer aún más la relación orgánica de la proyección con el espacio natural.

Me gustaría saber cómo desarrollaste tu proyecto en el marco de la Elías Querejeta Zine Eskola.

La idea de Casa de Lava, que adopta el nombre de la película de Pedro Costa, tomó forma en la escuela. Entre allí con la intención de jugar con los conceptos de cine experimental y paisaje, pero el proceso formativo me permitió evolucionar y afinar mi proyecto. Además, esta evolución se dio de un modo muy libre, sin las restricciones o limitaciones que a veces se perciben en los entornos académicos. El hecho de que no haya una presión para cerrar los proyectos durante el año “escolar” también ayuda a que surjan ideas que pueden evolucionar. También resulta muy valioso tener a un tutor que te acompaña en tu proceso a lo largo del año de estudios. Mi tutora fue Garbiñe Ortega, directora del festival Punto de Vista, y me ayudó mucho a moldear mi proyecto, darle forma de encuentro fílmico. Fuimos tanteando diferentes opciones, pero teníamos claro que era importante llevar esas ideas al ámbito de la realidad, hacia algo concreto. Durante el confinamiento, yo estaba en Reus con mis padres y, guiado por un deseo de salir al aire libre, le hablé a Garbiñe de ese espacio, la masía Mas Maurici, y pensamos que debíamos llevar el proyecto allí. Debido a las obvias limitaciones que imponía el Covid, nos planteamos esta primera edición de Casa de Lava, que se celebró entre el 13 y 16 de agosto de 2020, como una prueba piloto en la que ensayar fórmulas y empezar a imaginar cómo asentar el proyecto en un territorio, Reus, donde no hay una cultura cinematográfica establecida. Esta primera edición, se construyó en torno al lema de “Lo personal es colectivo”.

¿Trabajaste con algún referente curatorial en mente? Pienso en los encuentros de exhibición y debate del Flaherty Seminar en Estados Unidos.

Sí, claro, el Flaherty Seminar es un referente ineludible, aunque yo tenía más en mente el Doc’s Kingdom, el Seminario Internacional de Cine Documental que organiza Nuno Lisboa en Portugal. También hay un seminario en Francia que se llama Providenza Lab que trabaja el concepto de la permacultura. La idea era probar un formato en el que se pudieran ver películas de noche, en un espacio alternativo a la sala de cine tradicional, y luego, durante el día, charlar sobre cine bajo los árboles de la masía. El vínculo con la naturaleza nos llevó a imaginar la idea de la “ofrenda material” que cada invitado debía aportar al grupo. Ese objeto debía servir de guía para que cada artista o comisario estructurase su discurso. Por ejemplo, Diana Toucedo vino con una vela y exploró un montón de ideas a partir de ese objeto, mientras que Adriana Vila Guevara planteó su charla alrededor de una hoguera, tomando la idea del psicoanálisis del fuego de Gaston Bachelard. Lo bonito era ver como estas ideas reverberaban con las proyecciones, que se llevaban a cabo en un espacio privilegiado, ya que la pantalla estaba situada frente al horizonte, y de algún modo sentíamos que la luz del proyector, del cine, tomaba el relevo de la luz del sol.

¿Cómo enfocas el futuro de Casa de Lava?

Desde el punto de vista del comisariado, me gustaría poder llevar el espíritu de Casa de Lava a otros lugares, quizá a otros festivales. También me gustaría utilizar la masía como una residencia artística donde se pudiese dar continuidad al concepto pedagógico y creativo de la Elías Querejeta Zine Eskola, con los tres ámbitos de Creación, Comisariado y Archivo. Ensayamos un poco esta idea con Adriana Vila Guevara a lo largo de solo cinco días y vimos que había muchas posibilidades de cara a ayudar a los creadores en sus procesos. Además, me encantaría vincular el proyecto al territorio, que a través de Casa de Lava gente de Reus y Tarragona pudiese acceder al tipo de cine de lo real que intentamos visibilizar. Trabajamos con la intención de organizar la segunda edición de Casa de Lava en julio de este año, 2021, manteniendo el espacio y número de personas. Estamos estableciendo diálogos con instituciones del territorio. En la primera edición, el proyecto se financió a través de las inscripciones. Para esta segunda edición, sería idóneo contar con algún tipo de apoyo institucional en términos económicos o logísticos.