Carlota Moseguí (Venecia)

Cruzamos el ecuador del Festival de Venecia y, con él, llegamos a la mejor película de la competición hasta el momento. El mexicano Amat Escalante y su perturbadora La región salvaje hicieron del sexto día una jornada imposible de olvidar. El ganador del Premio al Mejor Director del Festival de Cannes de 2013 con Heli ha presentado una obra que se aleja (a propósito) de su filmografía anterior. Sin embargo, este distanciamiento respecto a sus tres largometrajes precedentes no obedece a una cuestión temática, sino al género empleado. El experto en dramas criminales, protagonizados por residentes o emigrantes de Guanajuato, abraza el género fantástico para ofrecer un nuevo enfoque a las mismas cuestiones sociopolíticas que le obsesionan desde su magnífico debut, Sangre.

Como ha señalado Escalante en la rueda de prensa, no es necesario recurrir al hiperrealismo por cuarta vez consecutiva para describir la degradación moral del México contemporáneo. Con películas sobre monstruos que vienen del espacio, o sin ellos, aquello indecible seguirá sucediendo en el país, puesto que la realidad ya ha superado cualquier tipo de ficción que invente el cine mexicano. Después de la singular Tenemos la carne –descubierta en la pasada edición del Festival de Rotterdam– La región salvaje se convierte en la segunda película de terror mexicana de este año sobre personajes abandonados en un sanguinario infierno carnal que funciona como metáfora de la actualidad. No obstante, Escalante consigue articular una fórmula única que baraja el oscuro imaginario de Carlos Reygadas –especialmente el de Post Tenebras Lux– y la sordidez del Anticristo de Lars von Trier.

La cinta arranca con la aparición de un ente en la Tierra, dispuesto a amigar la Humanidad con su dimensión primitiva reprimida. El monstruo de tentáculos fálicos, llegado en un meteorito, se esconde en una cabaña, aguardando a sus futuras presas –hombres, mujeres, adultos o niños– a las que someterá a su insaciable pulsión tanática. En este thriller de terror sexual –que Escalante ha calificado de feminista–, las mujeres (Ruth Ramos y Simone Bucio) utilizan la criatura para liberarse del machismo de la sociedad mexicana. Asimismo, el sexismo y la misoginia no son las únicas realidades denunciadas en La región salvaje. Esta crítica de las consecuencias reales que causa la tiranía de los valores conservadores también incluye un discurso que atenta contra la creciente homofobia en México.

the bad batch - 1

La región salvaje no es la única película de pseudo-terror que aspira al próximo León de Oro de Venecia. Esta mañana, Ana Lily Amirpour presentó en la Mostra su nuevo film, The Bad Batch, dividendo diametralmente las opiniones entre la prensa internacional. Después de autoproclamarse joven promesa del cine independiente con su potente debut Una chica vuelve a casa sola de noche, la directora inglesa residente en california prosigue en su camino al estrellato con su segundo e inclasificable largometraje. The Bad Batch es otro notable patwchork de géneros, con múltiples referencias a cineastas y películas de culto que, como en su ópera prima, serán reunidos y manipulados para desenmascarar desigualdades sociopolíticas. En esta ocasión, la cineasta fusiona elementos del gore, del western –en especial, de los espaguetti western de Sergio Leone– y de dramas románticos de aventuras de los ochenta (como La princesa prometida) con el fin de ridiculizar el mito del sueño americano.

La primera imagen que aparece en The Bad Batch es un cartel sobre la alambrada de un desierto donde puede leerse lo siguiente: “quiénes estén detrás de esta verja ya no se encuentran en territorio de Texas, ni bajo la jurisdicción estadounidense. Buena suerte”. Los nómadas del desierto mencionados en el letrero son los mismos que dan nombre al largometraje: un ‘lote defectuoso’ que engloba a todos los proscritos de Estados Unidos. En la distópica Norteamérica de Amirpour, los inmigrantes, los lunáticos, los drogadictos y demás individuos extravagantes son expulsados del país, enviados hacia una muerte segura en manos de los caníbales culturistas que habitan en la pampa.

Con el paso del tiempo, los marginados han construido una fortificación –un poblado llamado Confort– para protegerse de esos seres antropófagos que hacen pesas y devoran a sus víctimas al son de Ace of Base, Die Antwoord o Culture Club. El núcleo de The Bad Batch corresponde al progresivo romance (imposible) entre un caníbal cubano (Jason Momoa) y una adolescente (Suki Waterhouse) que se salva de ser devorada por éste en una hilarante escena tarantiniana. En el reparto del film también aparecen fugazmente unos correctos Jim Carrey, Keanu Reeves y Giovanni Ribisi. Pese a ser menos transgresora y sugestiva que Una chica vuelve a casa sola de noche, The Bad Batch sitúa a Amirpour como digna candidata al palmarés del festival.