Nunca es fácil llevar una novela a la gran pantalla, y la tarea se vuelve todavía más ardua si esta novela es una de las cumbres literarias de las letras gallegas. Se pierden algunas cosas por el camino, sí, pero Ignacio Vilar sale airoso en una empresa tan difícil como lo es la adaptación de A esmorga de Eduardo Blanco Amor, que acaba de llegar al catálogo de Filmin. Buena parte de la culpa la tiene su inspirado trío protagonista, formado por Miguel de Lira, Karra Elejalde y Antonio Durán “Morris”. Mención especial a este último: la larga carrera de “Morris” parece haberse proyectado hasta brindarnos un personaje tan inmenso y poliédrico como su Milhomes. Sin un tour de force actoral como el que despliegan es impensable que la película tuviera un resultado auténtico. Lo que más brillaba de la novela no era su representación de la época, que también, sino la sensibilidad de la que hacía gala Blanco Amor a la hora de retratar la psicología –reprimida y represora– de los habitantes de la Auria finisecular. El delirio irracional de estos tres hombres durante una inagotable noche de troula (farra), su pacto bestial con el abismo, y, sobre todo, esa fría piedra granítica cuya humedad se cuela hasta calarte en el alma, todo ello está desenvuelto con gentileza en la película. Como aquello que cantaban Dios ke te crew: “seguímonos mollando menos por fóra que por dentro” (“nos seguimos mojando menos por fuera que por dentro”). David San Juan Bayón

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