Ahondando en su sempiterno interés por diseccionar el funcionamiento de las instituciones, el director de Titcut Follies descubre en los entresijos de la Biblioteca Pública de Nueva York no sólo un ejemplo de ética aplicada al servicio público sino, sobre todo, un punto de encuentro para las diferentes sensibilidades y realidades que conforman el multiétnico tejido social de la Gran Manzana. Como ocurría con la radiografía del melting pot que convivía armónicamente en el gimnasio de Boxing Gym (2010), en Ex Libris el incisivo retrato de uno de los templos de la cultura neoyorquina deviene una suerte de compuerta abierta a la utopía yanqui. En un momento clave de este documental de 197 minutos, una arquitecta especializada en el diseño de edificios públicos reniega del concepto de la biblioteca como un recinto destinado a almacenar libros: “¡Las bibliotecas deben ser pensadas como edificios para la gente!”. Adoptando este lema como si se tratara de un mandato ético-estético, Wiseman sitúa las hileras de libros en el trasfondo de las imágenes, mientras que el primer plano lo ocupan los niños que acuden a talleres, los mayores que hacen clases de baile, profesionales que ofrecen trabajo, miembros del equipo directivo o los trabajadores que atienden las demandas de investigadores y visitantes. Todo ello perfectamente hilvanado por la mirada atenta de Wiseman, que articula un humilde pero resonante manifiesto sobre el valor del conocimiento como herramienta de progreso, y sobre la nobleza del compromiso individual con el bien común. Manu Yáñez

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