El pasado 3 de julio nos dejaba “el maestro de la luz” Robby Müller, uno de los más celebrados directores de fotografía de los últimos cincuenta años. Así lo ha comunicado su familia en el medio neerlandés NOS, declarando que el camarógrafo fallecía a los 78 años tras una larga enfermedad degenerativa.

Müller nació en Curazao, en las Antillas Neerlandesas, aunque se mudó a muy temprana edad a Amsterdam, donde se formó en cinematografía en la Nederlandse Filmacademie (NFA). Debutaba junto a Wim Wenders en 1970 con Summer in the City, primer largometraje, a su vez, del cineasta alemán. Con este trabajó asiduamente en filmes tan icónicos como Paris, Texas, Alicia en las ciudades o El amigo americano. También aportó su única visión sobre el uso del color y del blanco y negro en la obra de dos directores con tanta personalidad como Jim Jarmusch (Bajo el peso de la ley, Dead Man) y Lars von Trier (Bailar en la oscuridad, Rompiendo las olas), sabiendo siempre adaptarse a su toque autoral. Más excepcionalmente podemos apreciar sus trabajos junto a Peter Bogdanovich en Saint Jack, el rey de Singapur o Todos rieron, Andrzej Wajda en Korczak, Michael Winterbottom con 24 Hour Party People o Sally Potter en La lección de tango, entre muchos otros. En unas declaraciones de Steve McQueen (Carib’s Leap, 2002), que resalta en su noticia la revista británica ScreenDaily, este compara a Müller con un músico de blues: “toca unos pocos acordes y transmite lo que necesita transmitir”.

Su última colaboración fue junto a Jim Jarmusch el año 2003, en Coffee & Cigarrettes. El director estadounidense publicó en su cuenta de Twitter uno de los mensajes más sentidos que se han podido leer estos días: “Hemos perdido al notable, brillante e irremplazable Robby Müller. Lo amo muchísimo. Me enseñó tantas cosas, y sin él, no creo que supiera nada sobre hacer cine. Descansa en paz, mi querido amigo Robby”.