Carlota Moseguí (Muestra de Cine de Lanzarote)

El cortometraje ganador del Oso de Oro de la pasada Berlinale fue la gran revelación de la Muestra de Cine de Lanzarote. Cidade pequena del portugués Diogo Costa Amarante es una fábula surrealista sobre la pérdida de la inocencia protagonizada por el sobrino del director. El film presenta el duelo entre la fantasía y la razón mediante una serie de planos subjetivos que nos sitúan en la mente imaginativa del niño. Hay tres narraciones que registran los cambios del chico, percibidos por los mayores, durante los meses de septiembre y octubre. Como relata la voz en off del director, en el primer dietario poético, el detonante que acelera el desarrollo de la madurez de Federico será una clase de ciencias naturales. El chico perderá su inocencia tras la primera lección sobre el cuerpo humano, cuando la profesora le revela que el corazón es nuestro órgano más valioso, y, por ese motivo, si deja de latir, morimos automáticamente.

Cidade pequena pone en escena el mayor trauma de nuestras vidas: el momento en que somos conscientes de la existencia de la muerte; es decir, el instante en que dejamos de usar la fantasía para explicar los sucesos del mundo. Pero Cidade pequena no sólo retrata la aniquilación de la imaginación ante la llegada de la razón. El film conquista al espectador por su manera de plasmar el modo en que Federico se resiste a dejar marchar su capacidad de soñar la realidad. Todas las secuencias de este cortometraje sobre la vida en un pequeño pueblo portugués están dotadas de imposibles elementos oníricos. Por ejemplo, los ojos inocentes de Francisco imaginan cabezas estallando en la piscina municipal del pueblo, o policías abrazados que bailan en el campo al son de Words de F. R. David.

Por otro lado, el primer cortometraje de la cineasta portuguesa Marta Mateus fue el otro gran protagonista de la sesión Arrancadilla. Farpões, baldios es un apasionante viaje hacia la región agraria de Alentejo: un lugar donde la memoria histórica tiene sometidos a los labradores que la habitan. Según la cortometrajista nacida en Alentejo, los ancianos, adultos y niños de esos pueblos viven acechados por el fantasma de la Revolución de los Claveles, encarnado en las promesas que se realizaron al final de la resurrección y que jamás se cumplieron. Farpões, baldios prueba la existencia de una ley no escrita que obliga a los alentejanos a recordar dicha injusticia, y transmitirla de generación en generación. Día tras día, hombres y mujeres cantan y recitan oralmente cómo cuarenta años atrás ocuparon las fincas de sus amos terratenientes en vano, creyendo que ellos también podrían contribuir al levantamiento del país. Asimismo, los amantes del cine de Pedro Costa quedarán fascinados ante el virtuosismo formal de Farpões, baldios, pues Mateus se apropia a conciencia de los encuadres perfectos de Cavalo Dinheiro, donde los cuerpos poseídos por una amarga melancolía recitan, a contraluz, los acontecimientos traumáticos de la Revolución de los Claveles.

Por último, en la sesión Arrancadilla, también se proyectó Hello, Horse! de Laila Pakalnina. En esta ocasión, la directora letona apuesta por una pieza que, pese a gestarse en el marco del documental contemplativo de plano estático, destaca por su espontánea e inesperada ruptura con la tradición encabezada por James Benning y representada, también, por 24 Frames, el trabajo póstumo de Abbas Kiarostami. El nuevo corto de la autora de El zapato plasma el paso de las estaciones en un enclave prácticamente inhabitado de la frontera este de Letonia desde la mirada sosegada de un caballo. De este modo, la cámara fija de Hello, Horse! filma el paisaje a través de planos subjetivos del animal. Como decíamos, Pakalnina rompe con el anquilosamiento de los tableaux paisajísticos alterando el ritmo del film, que se acelera o ralentiza inyectando vida a una naturaleza aparentemente pasiva.