El director de Hooked (2008) y Domestic (2012) sabe partir de los pequeños detalles para llegar a donde quiere, pero sin olvidar en ningún momento que lo más importante es, justamente, el cuidado de aquellos pequeños detalles. Es por eso que esta historia vista a través de los ojos de unos periodistas que desean entrevistar a la menor que ha sido víctima de tráfico y abuso en Francia y vuelve a Rumania, efectivamente plantea un dilema ético, pero no por eso transforma a los personajes en meros instrumentos para la construcción de una metáfora. El lugar común de ver al cine de un país determinado como si se tratara de un género cinematográfico demostró su error en la cosecha fílmica de 2016: la mirada más cercana a la explotación que siempre caracteriza a Mungiu (Los exámenes) y el pulso entre hiperrealista y cósmico de Cristi Puiu (Sieranevada) poco tienen que ver con la mirada de Sitaru. En el medio de una situación incómoda, fea, tensa, el director encuentra belleza en una imposible interpretación musical en un restaurante. Como sucede en esa escena con el protagonista, que impone algo de jazz y savoir faire en una interpretación básica, casi circense, Sitaru no cae en la misantropía aun cuando pueda ser salvaje. Todos tienen sus motivos, y no todos resultan simpáticos, pero sí atendibles. Fernando E. Juan Lima
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Fixeur (Adrian Sitaru, 2016)
Estreno el 10 de March del 2018
Publicado el 10/03/2018 - 10:54:22