Llevando hasta nuevos extremos su heterodoxa exploración de una narrativa parsimoniosa, descentrada y alusiva, Tsai Ming-liang elaboró una de sus obras maestras con Good Bye Dragon Inn, film que transcurre en un único escenario: las cuatro paredes de una sala de cine que está a punto de ser demolida. La película transcurre durante el último pase en ese gran teatro, concretamente durante la proyección de la película de artes marciales realizada en 1967 por King Hu, Dragon Inn. Sin a penas texto oral más allá del eco de los diálogos del film de los sesenta exhibido sobre la gran pantalla, Good Bye Dragon Inn se construye a partir de dilatados planos secuencia que muestran el interior de la sala, los baños y los pasillos de ese templo cinéfilo que será destruido, un futuro no-lugar donde el público inquieto deambula como los mismos fantasmas de la película proyectada. CM

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