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Programación de la Filmoteca de Catalunya

LA REGIÓN SALVAJE. 100 minutos. México, Dinamarca, Francia, Alemania, Noruega, Suiza (2016). Con Simone Bucio, Ruth Jazmín Ramos, Jesús Meza, Edén Villavicencio, Kenny Johnston.

El ganador del Premio al Mejor Director del Festival de Cannes de 2013 con Heli presentó, en el pasado Festival de Venecia, una obra que se aleja (a propósito) de su filmografía anterior. Un giro que no obedece a una cuestión temática, sino al género empleado. Experto en dramas criminales, protagonizados por residentes o emigrantes de Guanajuato, Escalante abraza aquí el fantástico para ofrecer un nuevo enfoque a las mismas cuestiones sociopolíticas que le obsesionan desde su magnífico debut, Sangre. Como señaló Escalante en la rueda de prensa en Venecia, no es necesario recurrir al hiperrealismo por cuarta vez para describir la degradación moral del México contemporáneo. Con películas sobre monstruos que vienen del espacio, o sin ellos, aquello indecible seguirá sucediendo en el país, puesto que la realidad ya ha superado cualquier tipo de ficción. Después de la singular Tenemos la carne, La región salvaje fue la segunda película de terror mexicana de 2016 sobre personajes abandonados en un sanguinario infierno carnal que funciona como metáfora de la actualidad. No obstante, Escalante consigue articular una fórmula única que baraja el oscuro imaginario de Carlos Reygadas –especialmente el de Post Tenebras Lux– y la sordidez del Anticristo de Lars von Trier.

La cinta arranca con la aparición de un ente en la Tierra, dispuesto a amigar la Humanidad con su dimensión primitiva reprimida. El monstruo de tentáculos fálicos, llegado en un meteorito, se esconde en una cabaña, aguardando a sus futuras presas –hombres, mujeres, adultos o niños– a las que someterá a su insaciable pulsión tanática. En este thriller de terror sexual –que Escalante ha calificado de feminista–, las mujeres (Ruth Ramos y Simone Bucio) utilizan la criatura para liberarse del machismo de la sociedad mexicana. Asimismo, el sexismo y la misoginia no son las únicas realidades denunciadas en La región salvaje. Esta crítica de las consecuencias reales que causa la tiranía de los valores conservadores también incluye un discurso que atenta contra la creciente homofobia en México. Carlota Moseguí

HELI. 105 minutos. México, Holanda, Alemania, Francia (2013). Con Armando Espitia, Linda González, Andrea Vergara, Reina Torres.

Torturas que incluyen –entre otras cosas– genitales quemados en primer plano. Cabezas degolladas y mostradas como trofeos. Cuerpos crucificados que cuelgan de un puente. Cadetes de la policía que deben arrastrarse sobre su vómito. Un cachorro que es estrangulado en cámara… Este es el tipo de imágenes que utiliza Amat Escalante para demostrarnos cuán corrupta, violenta y degradada está la sociedad mexicana. Una película calculada para impactar y horrorizar: es tan importante analizar lo que se muestra y cómo se lo muestra. Algo de eso ya había en las muy superiores Sangre y Los bastardos, pero aquí la cosa –un todo o nada– ya no parece funcionar. Narcos, policías, paramilitares, empresarios norteamericanos que manejan las maquiladoras… Todos son seres miserables, sádicos y amorales. Y, en el medio, una familia como tantas, víctimas de asesinatos y revanchismos. Cuando parece que hay una mínima luz de esperanza (una niña de 12 años sale viva de un secuestro), a la escena siguiente nos enteramos de que está embarazada y los médicos no la dejan abortar. Producida por Carlos Reygadas, Heli tiene mucho de la provocación, el regodeo y la “astucia” para seducir al mundo festivalero, pero menos creatividad y talento que Luz silenciosa o Post Tenebras Lux. Diego Batlle

LOS BASTARDOS. 90 minutos. México, Francia, USA (2008). Con Kenny Johnston, Jesus Moises Rodríguez, Ruben Sosa, Nina Zavarín.

Amat Escalante -discípulo de Carlos Reygadas- ya había llamado la atención en el Festival de Cannes 2005 con su polémica Sangre y volvió a impactar tres años más tarde en la sección Un Certain Régard con la cruda y muy controvertida Los bastardos. Este film, que tiene varios puntos de contacto con Funny Games, de Michael Haneke, narra 24 horas en la vida de Fausto y Jesús (los actores no profesionales Rubén Sosa y Jesús Moisés Rodríguez), dos inmigrantes ilegales mexicanos que se ganan a duras penas la vida con trabajos ocasionales: se ubican todos los días junto a varios compatriotas en una esquina de Los Angeles y por allí pasan estadounidenses a recogerlos para diversas changas por escasos dólares la hora.

Pero Fausto y Jesús ese día deciden llevar una escopeta en el bolso y su objetivo será irrumpir en una casa y ganarse el dinero de la jornada de otra forma. Así, ingresan en la vivienda de una madre que vive junto a su hijo adolescente. Ella fuma crack y el chico está casi ausente, alienado con la música electrónica. El muchacho parte justo antes de que los dos mexicanos lleguen. Así, Fausto y Jesús se encontrarán sólo con la mujer cuarentona. Comerán algo de fast-food, fumarán con ella, se meterán en la piscina, habrá algún encuentro sexual y, luego, llegará un desenlace narrado de la manera más brutal e inesperada, de esos que dejan al espectador en estado de shock.

Escalante, de apenas 29 años cuando rodo el film, demuestra su innegable talento para el encuadre, los largos planos fijos y los sofisticados planos-secuencia. Es, también, un gran director de no-actores y un incisivo observador. Y, por supuesto, no pierde su oportunidad para incomodar, perturbar, escandalizar al público con una película sólida y audaz, a la que algunos condenarán por su violencia gratuita. Una mirada para nada complaciente sobre el tema de la inmigración ilegal, las diferencias de clase y la irracionalidad de la violencia. Diego Batlle