Cierto cine documental tiene como misión, y está bien que así sea, la de descubrir y sacar a la luz historias, o fragmentos de la Historia, que el relato oficial ha dejado de lado, por acción o por omisión. Es el caso de Gurumbé, del antropólogo y documentalista Miguel Ángel Rosales, que decidió rodar la película cuando descubrió que Sevilla tenía un 10 ó 15 por ciento de población negra en el siglo XVII o Cádiz una proporción parecida en el XVIII. Y en eso se centra la película: en recuperar el legado africano mezclado en nuestra historia, la cuarta rama de influencia, tras la árabe, la judía, la cristiana: la de los esclavos negros, que llegaban encadenados, y que también dejaron su impronta y su legado, hoy mezclado y olvidado. La película, en palabras de su director, cuenta la historia de aquellos esclavos, “cómo llegaron, qué papel tuvieron, qué relaciones, qué aportaron a nuestra cultura”. GdPa
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