En Guardiola, un municipio catalán de abundantes viñedos, ya no se canta cuando los vendimiadores recogen la uva. Sin embargo, para los Diola, un grupo étnico que habita mayormente en diferentes regiones de Senegal, esta práctica es tan física y necesaria como las propias manos para trabajar. El realizador Lluís Escartín se pregunta qué se ha perdido por el camino, si es el progreso quien deshumaniza el trabajo y silencia poco a poco la identidad cultural. Las imágenes que Escartín registra de un lado y otro presentan una dicotomía visual muy clara: los colores cálidos y la luminosidad propia del continente africano contrastan con los paisajes nevados y el cielo nuboso de Guardiola en invierno. El encuadre que predomina cuando nos acercamos a los protagonistas de la tribu es cerrado, mucho más íntimo y visceral que aquellos más distantes, correspondientes al pueblo del realizador. Los planos generales que muestran los paisajes de la región senegalesa sirven en algunas ocasiones para escenificar lo difícil que supone vivir en un lugar paradisiaco. El montaje jugará un papel fundamental a la hora de contraponer estas dos realidades y, de algún modo, acercarlas a través de sus diferencias para tratar de encontrar en qué punto estos grupos, culturalmente distintos, perdieron el vínculo primigenio que una vez compartieron. Laura Carneros

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