Si en 1976 Brian De Palma tomó el Vértigo de Hitchcock como referente para su Fascinación, tres años antes el modelo fue, al menos en parte, Psicosis. Al igual que aquella, aquí una protagonista con desórdenes mentales de personalidad acaba con uno de los supuestos protagonistas en la primera parte de la película. Del mismo modo que en la secuencia más celebrada del filme de la familia Bates, un cuchillo rebana un cuerpo a partir de los violines de Bernard Herrmann y las sombras alrededor de un sofá cama recuerdan a los cortantes planos de aquella ducha. En ese momento la película se fractura en dos y De Palma se aleja del referente pero su mimo por los objetos sigue siendo el mismo del que hacía gala el cineasta británico: una caja de cuchillos, un teléfono, unas cortinas o, sobre todo, una tarta de cumpleaños se convierten así en unos protagonistas del relato equiparables en importancia a la excepcional Margot Kidder dominando el tono desde su papel protagonista. Hermanas es una película decididamente loca: la trama no acaba por resolverse del todo y la premisa resulta increíble. Incluso la investigación detectivesca que parte de la ventana de en frente tiene varios huecos en los que hay que dar un salto de fe, pero todo ello no es impedimento para el disfrute absoluto. La pantalla se parte y con ella asistimos a los dos De Palma al mismo tiempo: uno que habla tanto de El fotógrafo del pánico como de las pesadillas oníricas de Recuerda, pero que, al otro lado de la pantalla, es siempre puro De Palma. Endika Rey

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