El director rumano Corneliu Porumboiu revela su mirada crítica y estupefacta hacia los sistemas sociales de su país, y sus secuelas poscomunistas, a través de la estricta ironía. Como ha mostrado en sus memorables largometrajes de ficción –Politist, Adjectiv (2009), El tesoro (2015), etc.–, mantiene una prudente distancia respecto a lo que cuenta y los personajes que retrata, haciéndolo en apariencia con mirada de entomólogo, aunque en el fondo haya un cómico detrás de la cámara que extrae la vertiente metafórica de la realidad con un algo de ternura y otro algo de burla. El interés de Infinite Football procede precisamente de la tensión con la que Porumboiu trata de trasladar esa misma mirada al registro documental. La película es el retrato-entrevista de un personaje realmente extraordinario: Laurentiu Ginghina, un sociólogo y burócrata local que durante años ha desarrollado un nuevo reglamento para el fútbol desde la admirable pasión y el delirante convencimiento de que es posible implementarlo a nivel mundial. La tenacidad frente al absurdo es tanto un acto de fe como de resistencia por parte de Ginghina, y entendemos que también por parte de Porumboiu. Carlos Reviriego

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