Cuando quedan menos de dos semanas para el inicio de la 11ª edición de Punto de Vista (6-11 de marzo), la organización del certamen navarro ha anunciado el contenido de una de sus secciones más singulares, “Heterodoxias”, que este año estará dedicada a la figura de Jorge Oteiza, el escultor vasco por excelencia, junto a Eduardo Chillida. Como apuntan desde la organización del festival, esta sección está dedicada a “los cineastas de nuestro país que más arrinconados se han quedado –por injusticia del olvido– o de los que poco o nada se ha tratado en los festivales o proyectado en las salas –por la misma inmemoria–”. En este sentido, cabe reconocer a Jorge Oteiza como un heterodoxo del cine por excelencia, alguien que no llegó a rodar ninguno de los muchos guiones e ideas fílmicas que concibió en su cabeza, pero que dejó un sustancioso legado de todo su cine potencial escrito en papeles, notas y guiones.

“Si Oteiza no rueda es por varias razones: ante todo por las dificultades técnicas que tenía el cine en su época y que lo convertía en un trabajo necesariamente colectivo donde la fuerza del impulso individual creador se perdía en el proceso y quedaba diluida o torcida en el resultado final”, apuntan desde Punto de Vista. “Por eso su cine decide quedarse, voluntaria o involuntariamente, casi siempre en esa primera etapa de libertad balbuciente, no pasar del primer estadio en el que sigue fiel a su creador, pura y verdadera”.

El programa que Punto de Vista dedica a Oteiza se basa en tres caminos. Primero, el cine que ha nacido de las ideas del escultor y que han filmado otros, como Asier Altuna, Jesús Palacios o Manuel Asín. Segundo, el cine escondido en los archivos de Oteiza, películas de superocho rodadas por él mismo y grabaciones sonoras en torno a sus ideas fílmicas: los cine-tesoros de Oteiza presentados bajo el título El hombre que huye. Y por último, la gala final del festival donde a través de las armas del teatro audiovisual se propone un acercamiento al inagotable creador de Orio en un cierre que lo relaciona con el cine y al mismo tiempo con el leitmotiv del festival de este año: VOLAR, en una fiesta final bajo el título Oteiza y la luna.

Nacido en Orio en 1908, Jorge Oteiza ganó el premio internacional de escultura en la Bienal de Sao Paulo en el año 57. Su obra se basa en una propuesta radical de trabajo sobre el vacío y las desocupaciones. Decidió abandonar su carrera de escultor en 1963 cuando ya vio que había concluido todo su discurso en esa disciplina y, a partir de entonces, pasó a dedicarse en cuerpo y alma a la poesía y al cine, a la técnica masiva del cine como decía él mismo, donde esperaba atrapar al hombre que no había conseguido atrapar ni en la escultura ni en la poesía. Decía por ejemplo que el primer filme en el que trabajó era en realidad su última escultura: Acteón, el único guion de largo que hizo y que se llevó a las pantallas (pero dirigido por Jorge Grau y con un Oteiza tan enfadado por el resultado final que pidió que le retiraran de los créditos). “Yo he sido escultor en el cine”, afirmó Oteiza, borrando todas las fronteras que hacen a las artes estancas y cadáveres de sí mismas.