El director de La vida de Adèle llevaba desde principios de los años 90 deseando realizar una obra en la que explorar la vida y relaciones de un grupo de adolescentes de extrarradio y, finalmente, pudo materializarla en 2005 con Juegos de amor esquivo. A simple vista, podría parecer que este film se mueve por el terreno del cine social, por el contexto vital de los jóvenes protagonistas, en su gran mayoría hijos de inmigrantes, y la forma en que se los retrata, apelando a un lenguaje naturalista. Sin embargo, Kechiche se deshace rápidamente de este corsé y convierte Juegos de amor esquivo en un estudio sobre sentimientos pubescentes. Cualquier enfado, pena, envidia y, especialmente, cualquier amor es siempre vivido con desmesurada intensidad. Así, cuando Krimo (Osman Elkharraz) se enamora de Lydia (Sara Forestier), una compañera de clase, decide apuntarse con ella al grupo de teatro, que está preparando El juego del amor y del azar de Pierre de Marivaux. Como una verdadera pieza de enredo amoroso, los propios jóvenes se verán envueltos en considerables malentendidos y confusiones, que poco tienen que envidiar a la obra del dramaturgo francés. Júlia Gaitano

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