La carta blanca que La Casa Encendida ha concedido a Gus Van Sant (para animar La Terraza Magnética) nos lleva hasta la obra de Harmony Korine, una figura de culto (además de proclive a la polémica) en el panorama del cine independiente americano desde que escribió el guion de Kids de Larry Clark. En Julien Donkey-Boy –la segunda película de Korine después de Gummo–, un joven con esquizofrenia, huérfano de madre, vive con un padre depresivo, un hermano obsesionado por sus ambiciones deportivas y una abuela encerrada en sí misma. Julien (Ewen Bremner) cada vez se vuelve más solitario y paranoico. Solo una cosa ilumina su existencia: su hermana (Chloë Sevigny), la única que le presta atención y se preocupa por su futuro. Werner Herzog se sumó al reparto de este filme underground heredero del Dogma 95, que supuso la consagración del director de Spring Breakers.

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